El amor te mata, te mata y te sigue matando”.
Pi O
Lucia Alejandra Vasquez Soto, fue otra estrella efímera, de la prensa roja local barranquillera: el thriller de su caso, estaba para alquilar bálcon: fue emboscada y atacada en el interior de la Universidad del Atlántico sede centro, recibiendo 9 brutales puñaladas de su ex novio, Jorge Isaac Castro Manotas.
Después de sobrevivir milagrosamente, y de permanecer cinco dias en cuidados intensivos, donde se le práctico una laparatomia, debió aún padecer el suplicio de continuas amenazas e intimidaciones contra ella y su familia. Un rosario doloroso de injusticias legales y persecuciones, obligaron a esta joven mujer, a venderlo todo y abandonar el país con los suyos. Sin embargo, desde el exilio no se resigna, y sigue clamando justicia.
Amores que matan
Jorge y Lucia estuvieron juntos por tres años, pero ella terminó unilateralmente con esa relación, por sus constantes celos, golpes y amenazas. Sin embargo, para él la relación continuaba. Sus constantes amenazas telefónicas y vía SMS provocaron una denuncia penal que estaba en curso en el momento del ataque. “Matarte es el único propósito de mi vida” - Le repetía en sus mensajes.
Jorge Castro Manotas era estudiante de derecho en la Universidad Simon Bolivar. Es un hombre moreno, corpulento, inmenso, fisiculturista. Ella era una menuda y atractiva estudiante de arquitectura de 18 años. Esa tarde terrible del 24 de julio de 2006, el ataque fue instigado (según el expediente) por la madre de Castro Manotas, quien le metió cizaña diciéndole: “Por allí anda tu novia vestida como puta”. El fue a la universidad a “enseñarle a respetar”. Ningún vigilante de la Universidad del Atlántico intervino para impedir el ataque, fue un vendedor ambulante el que se lo quitó de encima. Cuando Castro fue reducido, solo atinó a decir: -“Hagan conmigo lo que quieran, ya yo hice lo que tenía que hacer”.
Para Lucia la tragedia apenas comenzaba. En la defensa legal de Castro, el ataque no era más que una pelea de novios, y justificó su actuar con el argumento increíble de que “No se tenía en cuenta su condición de “estudiante enamorado”, ni mucho menos que se había enamorado por primera vez; de ahí que cuando la vio en brazos de otro hombre, en actitud de reto o desafío, su reacción fue propia de una retaliación amorosa, de la intención de hacerse respetar, y en ningún caso de una tentativa de homicidio. También que lo ocurrido no era más que una “pelea de novios”.
Tras el ataque, además de las terribles cicatrices, Lucia quedó totalmente trastornada psiquiatricamente. Desarrolló diversas paranoias, que le impiden tener una vida mínimamente normal. Tiene agorafobia, que es el pánico a los espacios abiertos, por lo cual se niega a salir a la calle. Y vive encerrada desde esa fecha.
La familia de Castro Manotas se mudó cerca a la casa de Lucia para intimidarla. Una madrugada, la fachada de la casa de Lucia amaneció pintada totalmente con la palabra Muerte. Las amenazas arreciaron. “Tanto el potencial del homicida, desde la cárcel; así como sus familiares y amigos, nos mantienen aterrorizados, a través de constantes amenazas de muerte, sin que a la fecha, a pesar de múltiples solicitudes, se nos hayan brindado medidas reales y materiales de protección y conducción de los autores de estas amenazas ante la justicia” Reza la denuncia de la familia Vasquez del 14 de Abril de 2008.
Lucia no podía (no puede aún) salir a la calle, debido al severo trauma psicológico sufrido, por esto solicitó a la universidad del Atlántico la posibilidad de continuar sus estudios de arquitectura virtualmente, inicialmente la universidad accedió a esta petición, pero luego se retracto y la sacó sin justificación alguna del programa académico.
La tutela contra la universidad, buscando el reintegro de Lucia, cayó en manos de Julio Ojito Palma, Magistrado de la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, quién a la vez es profesor en dicha universidad. El abogado de Lucía solicitó al señor Ojito Palma que se declarase impedido para fallar, por su evidente conflicto de intereses, pero el no lo hizo y como era de esperar, falló a favor de la institución para la cual trabaja.
Esto trajo una demanda penal contra Ojito ante la Procuraduría General de la Nación, ante el Consejo Superior de la Judicatura y finalmente ante la Corte Suprema de Justicia. Increíblemente, ilógicamente, todos los recursos fueron contrarios a Lucia.
Paralelamente se llevó a cabo una denuncia contra la aseguradora Mapfre, porque se negó a pagar los gastos médicos a Lucia. La aseguradora alega en su defensa, haciendo suya la tesis del agresor, que el incidente era solo una riña de novios, en la cual Lucia participó voluntariamente, y no un ataque alevoso por el cual en efecto, el señor Castro pagó varios años de cárcel.
El tercer frente jurídico que se abrió fue con la fiscalía, ya que el Fiscal Bienvenido Zúñiga Martelo, según la denunciante, nunca le permitió acceder al Expediente.
También se denunció la perdida de una prueba importante, un CD que entregó la Empresa COMCEL S.A., en el cual quedaron registrados los mensajes de texto y llamadas amenazantes. Por esto no se abrió investigación disciplinaria al interior de la fiscalía, ni hubo sancionados.
El cuarto frente jurídico, fue solicitar al juez séptimo penal, el pago de la sanción de 56.670.000 por daños físicos y 28.335.000 por daños morales, a los cuales Castro Manotas fue condenado, amen de los 6 años de prisión por tentativa de homicidio. El dinero nunca fue pagado a la víctima.
El quinto frente jurídico fue hacia la universidad del Atlántico, ya que según los abogados de Lucia, adolecen de un adecuado esquema de seguridad, para la protección del estudiantado. Se recuerda en la denuncia que estudiantes han sido asesinados en pleno salon de clases, así como profesores y sindicalistas en sus alrededores.
Ninguna instancia judicial fue favorable a Lucia Vasquez. Unas tras otra, sus esperanzas de ver justicia, se cayeron como castillos de naipes. En el paroxismo de la desesperación, al saber que su agresor saldría pronto de la cárcel, lo vendieron todo. Y Lucia se fue para el exterior con su familia, donde intenta lentamente, hacer una nueva vida.
Lucía está totalmente anulada como mujer. Siente que jamás volverá a confiar en hombre alguno, mucho menos piensa en la posibilidad de amar o hacer familia. Una barbara cicatriz que atraviesa su cuerpo desde el cuello hasta mas abajo del ombligo, es el mejor espejo de la que lleva en el alma, solo que para esa otra, no hay cirugía plástica posible.