En medio de la generalización de la muerte y la violencia desbordada de una paz inexistente, me vi sacudida en la madrugada de este domingo con la noticia del asesinato de mi gran amigo el artista afrocolombiano Junior Jein. Nacido como Harold Angulo Vencé, El Caballo, como el mismo se hacía llamar por su corpulencia y empuje, nos puso a bailar y a sonreír con su ritmo de bonaverense, sin nunca olvidar su nítido compromiso social y popular. En la militarizada Cali del estado de conmoción disfrazado del gobierno Duque, este 14 de junio no solamente mataron a un artista, asesinaron a un líder social afrocolombiano comprometido con las justas luchas de su pueblo.
El Valle del Cauca ha perdido un líder. La paz de Colombia ha perdido un líder. Las negritudes hemos perdido un gran líder y un digno representante. El Caballo, era un negro rebelde que no gustaba de recibir migajas, sino de guerrear por los suyos con sus canciones y acciones. Por eso le dije que él era como un Benkos Biohó de la música, porque rompía cadenas con su ritmo, haciendo incluir a las y los excluidos del Pacífico y de todo nuestro país. Tuve el placer de compartir con él en lo personal, en lo musical y en lo político, por eso lo reivindico como ser humano, como artista y como luchador social.
Un gran ser humano, excelente padre y esposo. Jamás lo vi bravo. De alegría permanente, siempre con una palabra de aliento en medio de las dificultades. Nunca se olvidó de su origen en la rica y pobre Buenaventura, ni de su compromiso social. Solidario con su gente apadrinó una corporación llamada Fundivacilon, ayudando a niños y jóvenes para que construyeran sus proyectos de vida, mediante el arte, la cultura, la recreación y el deporte como herramienta de trasformación social. Como buen hijo de Buenaventura era apasionado con el fútbol y se convirtió el mismo en un símbolo de la hinchada de su equipo amado, América de Cali, a quien le cantó en repetidas oportunidades.
“En Buenaventura lo que está pasando es que explotó una bomba que se creó a través del abandono social, la falta de educación, la falta de empleo, la salud, vivienda digna y eso le ha hecho escoger a los jóvenes otras vías como proyecto de vida" dijo El Caballo en una entrevista en 2014. Con su arte y sus proyectos le disputaba la juventud a las bandas neoparamilitares que asolan el puerto. Pero también era claro en señalar que la salida a la desventura de Buenaventura, no pasaba por la salida militar ni la represión. Por eso estuvo en el Paro de 2017 y dejó para la inmortalidad su canción Fucking Esmad donde grita a nombre de todos y todas: “Si pedimos agua nos mandan Esmad esa es la respuesta que el Gobierno nos da” ( https://www.youtube.com/watch?v=-PiSHiKxG88 ). Me dijo que estaba desilusionado por el incumplimiento sistemático de los acuerdos con la comunidad, y por eso lo vi entusiasta desde el 28 de abril participando y cantándole a este Paro Nacional.
Nunca compuso para recibir aplausos del establecimiento, ni utilizó su música para “politiquear”en el puerto, ni obtener dádivas personales. Para mi gusto, uno de los mejores músicos de Colombia, y parte vital de la mejor generación artística del Pacífico que ha logrado impregnar su sabor a nivel nacional e internacional. Se le considera el precursor de la salsa choke, componía y cantaba en rap, salsa, reguetón, hip hop y otros géneros urbanos. Las letras de sus canciones hablan de los ideales del Caballo, de su alegría y también de su compromiso, sin pelos en la lengua. Además de su hermosa versión de “Si Dios fuera negro” (https://www.youtube.com/watch?v=A3uIUXMJ1xc ), hoy impactan por sus letras su participación con otros artistas del Pacífico en ¿Quién los mató? – en homenaje a los niños asesinados en 2020 en el cañadulzal de un político uribista-, (https://www.youtube.com/watch?v=i7vBVvvHBYY) convertida en un himno de estas movilizaciones, la ya mencionada canción contra el Esmad y el rap que cantó durante el actual Paro Nacional donde dejó más que clara su postura sobre el Gobierno de Duque
Nos encontramos con Junior Jein en medio de nuestro trabajo político y social. Lo recuerdo en la cruzada para recaudar fondos con los damnificados del terremoto de Haití en 2010. Me acompañó en mi última campaña al Senado, participando junto a Yuri Buenaventura en un video inigualable por el ritmo y el carisma que desbordaba (https://www.youtube.com/watch?v=18htce0xID4 ). Sin embargo, al procurador Ordóñez no le importaba el apoyo de El Caballo para consumar su inquisitorial destitución en mi contra, echando por la borda el esfuerzo conjunto en aquellas elecciones. En 2014 Junior fue él mismo el candidato a la Circunscripción Especial Afro a la Cámara de Representantes, contando con todo mi apoyo, formando parte de la lista del movimiento Poder Ciudadano que habíamos construido. Lo recuerdo haciendo campaña por todo el país, y muy particularmente en gira por los Llanos Orientales, tierras desconocidas para él y cuando al no tener mucha experiencia en el proselitismo electoral en lugar de echar discurso se puso a cantar y prendió a todo el auditorio.
Lamentablemente la candidatura de Junior fue también víctima de la sistemática persecución desarrollada en mi contra, y de las perversiones propias de un sistema electoral insostenible. Dos blancos usurparon las curules afrodescendientes en aquel periodo, negándonos la representación ganada en las urnas. En palabras de él mismo: “Hicimos un trabajo muy bueno a nivel nacional pero desafortunadamente en la registraduría los votos no aparecen e investigando nos damos cuenta que hay un fraude sistemático electoral, los votos no aparecieron, ni los de mi familia”
Entonces, con este perfil y su clara posición política, para mí es claro que el asesinato de El Caballo, es un crimen de connotaciones políticas. Más allá de que se acuse a una u otra banda narcoparamilitar de las que campean en la región, la responsabilidad estatal por acción u omisión es ineludible. No son los dos muchachos utilizados como sicarios y capturados por la comunidad los que están detrás de su asesinato. ¿Quién dio la orden de matar a Junior Jein? ¿Quién o quiénes lo permitieron? De dónde venía el fúsil R15 usado por los sicarios y cómo se movió por una ciudad bajo el control estricto de las FFMM? ¿Dónde están las garantías para la reactivación del arte, la recreación y la cultura tan golpeados por la pandemia? Con todo respeto la Alcaldía de Cali y el Ministerio de Defensa deben respondernos estos interrogantes.
Junior Jein es otra víctima de la exclusión y la violencia en el Pacífico colombiano y de las equivocadas políticas estatales para resolver esta realidad histórica. Junior Jein es otra víctima del genocidio afro y con su muerte se sigue aupando el etnocidio contra la cultura del pueblo negro que denuncié ante la Comisión de la Verdad. El Caballo fue embestido justamente por aquello contra lo que luchó toda su vida, y por eso la reparación de su asesinato nos exige devolverle la ventura robada a su Buenaventura y a todo nuestro pueblo. Porque mataron al Caballo, pero no a sus ideales, ni a su gente.
Adenda. Con el sabor de su ritmo ¿Por qué no se promueve la Ley Junior Jein de Desmonte del Esmad?