Hace algunos días escuché la historia de un hombre que fue brutalmente golpeado por otro, ya que este último pensaba que lo iba a robar, sin saber que fue un simple malentendido ocasionado por el tropiezo del hombre, donde este como reacción a su caída optó por instinto o inercia sostenerse de este hombre que reacciono sin mente alguna desde la brutalidad de los golpes, y de seguro también guiado por la ley de la intolerancia, la desconfianza, la violencia, la justicia por mano propia y de aquello que hoy en Colombia es el pan de cada día, la percepción de inseguridad.
| También le puede interesar: ¿La seguridad ciudadana se le salió de las manos al Estado?
Este y otros casos sucedidos en el país, cada vez con más ahínco me llevan a confirmar, argumentar, y por qué no, justificar que hoy estamos ante una inminente, desbordada y rampante desconfianza, una que tiene o se está pareciendo a una mezcla con tintes de paranoia, esta entendida según el portal Oxford Languajes, como un ‘’trastorno mental que se caracteriza por la aparición de ideas fijas obsesivas y absurdas, basadas en hechos falsos e infundados…’’ y donde al parecer nosotros los colombianos cada vez más le damos fermento a su cuestionado proceder. A continuación unos argumentos o ejemplos que puedan dar razón de ello.
- Constantemente estamos pensando, anticipando e interpretando un hecho o acontecimiento nacional con un prejuicio, valor u opinión basada en la negatividad o percepción malévola. No piensa primero en positivo o no ve primero lo bueno.
- Pensamos y creemos que de una u otra forma lo que nos dicen o hacen nos va a afectar directa o indirectamente, a corto, mediano o largo plazo, obviamente desde el punto de vista catastrófico y fatalista
- Tenemos constantes presentimientos basado en ideas o percepciones violentas, conflictivas, belicosas y negativas
- Nos sentimos observados constantemente, llevando al punto de tener delirio de persecución
- Tenemos un exceso de preocupación e incertidumbre, sospechando de todo y de todos, en donde el vecino, el amigo, o el otro resultan siendo según la imaginación, el traidor o el enemigo a mi estabilidad o seguridad
- Culpamos de nuestra inestabilidad a los otros, buscando a como dé lugar excusar nuestros fracasos, errores y culpas en los demás, y no en nuestros propios actos
- Nos convertimos en fanáticos y radicales de las ideas, pensando que solamente tenemos nosotros la verdad y la razón, y que las tesis de los otros son trampas o marrullas para perjudicarme y perturbar mi vida
- Tenemos una prevención, un prejuicio, una idea a priori de los demás, del otro, de aquellos y de todo lo que me rodea, haciéndonos desconfiar a través de las palabras, las acciones y los gestos, y más bien dándole gasolina al individualismo y al sálvense quien pueda
- Pregonamos por la soledad, la separación y el aislamiento de todos aquellos que sean sobre todo diferentes a mi o mi grupo. Preferimos estar en nuestra burbuja, y evitar a como dé lugar que nos la exploten
- Consideramos que ser bondadoso ya no está de moda, en donde las cualidades se convirtieron en defectos, y viceversa, y donde al parecer es mejor ser rudo, malo y negativo, ya que de lo noble, humilde y bondadoso todos se aprovecharon para mal.
Cabe decir que todo lo anterior no es gratuito o casualidad, o es culpa de alguien, ya que sería muy injusto afirmar esto último, no obstante si se puede afirmar que la paranoia que hoy vive Colombia, ha sido en parte sobre todo gracias a una notable violencia que nos ha carcomido por décadas, y que lo único que ha dejado a parte de la pérdida de vidas humanas y otros lamentables hechos, ha sido la paranoia de ser colombianos.
