Leía en el PC un texto sobre la política y su relación con la justicia y el lenguaje; de la misma como razón de Estado, y de cómo estas dos miradas no se contrapusieron, sino que coexistieron y se retroalimentaron —finales del siglo XV y comienzos del XVI y siguientes—, cuando de modo inopinado apareció en la pantalla de mi ordenador, en el vértice inferior derecho, un titular y su correspondiente comentario acerca de cómo una bruja venezolana entregó las coordenadas, merced a sus buenísimas relaciones con los otros mundos que en el Universo moran, que hicieron posible al Ejército colombiano ubicar a Matamba y darle de baja. ¿O fue al venezolano?
Los poderes adivinatorios de las hechiceras —ya que los racionales de nuestros gobernantes y dirigentes en general son nulos— nos han sacado de apuros en más de una ocasión. Recordemos lo que nos contó en detalles sin par el nunca bien elogiado Germán Castro Caicedo en su afamado libro La bruja, en el que aparece la verdadera naturaleza de nuestra inefable costra.
Según lo narra Castro Caicedo —quien a su vez lo tomó de primera mano de la adivina—, nuestros mejores especímenes pasaron por el privilegiado consultorio a recibir las más atinadas asesorías que les permitieran convencer a millones de colombianos que el mundo que les tocó vivir es único y no debería tocarse ni con el pétalo de una rosa, vrgr., pasado mañana 29 de mayo.
Quizás para diferenciarse de su general Zapateiro por la embarrada de este al lamentar la muerte de "ese ser humano que fue Popeye", el casi apartado presidente Duque (casi apartado de la Casa de Nariño, porque de la realidad nacional...) recibió la noticia de la muerte de Matamba como un triunfo sobre "esa rata de alcantarilla que pretendía estar por encima del Estado".
Le faltó completar con que ahora sí se acabó el Clan del Golfo, ya que con la extradición de Otoniel no, pues una vez puso los pies en el avión de la DEA comenzó el paro armado más largo de la historia nacional reciente.
Ahora, no se sabe si el cadáver muerto de Matamba estaba fallecido —no se preocupen por los pleonasmos, que estamos en épocas de abundancia—, desde que se anunció su fuga y que merced a los comentarios malintencionados y los runrunes de las redes sociales que sindicaban a los agentes oficiales de darlo por fugado cuando en verdad estaba muerto, el gobierno dio la orden de matarlo de nuevo.
El ahora de nuevo muerto Matamba sabía mucha letra menuda de las relaciones entre el crimen del que él hacía parte y sectores de "gente bien", esa que se molesta porque este 29 de mayo pase lo que no quieren que pase.
Esperemos que la Bruja guarde reposo permanente.