Transmitir va más allá de una conexión física, aumenta tus sentidos y libera tus pensamientos.
Todas las tardes, en turnos de ocho horas, durante un mes, Dulce llegaba en taxi hasta un barrio ubicado detrás de un almacén de cadena, lleno de talleres de carros y empresas de taxis. En medio de un aroma ácido, rancio —parecido al de la chatarra—, de casas con pintura deteriorada, calles sucias y mecánicos caminando por sus carreteras, se encuentra una casa de pintura blanca, o bueno grisácea por tanta suciedad externa, con una puerta con rejilla blanca. Al timbrar, te vigilan por una cámara de seguridad colocada en una esquina de la casa y si pareces conocida oprimen un interruptor y la puerta se abre automáticamente para dar paso al ingreso. Cuando la puerta se abre, solo se puede ver un mueble de cuero negro ubicado en el final de un pasillo, un corredor cuya única salida es girar a la izquierda y así quedar inmerso en un estudio de modelaje webcam.
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La primera cita de Dulce con sus jefes y su nuevo lugar de trabajo fue un lunes antes del mediodía, una chica sonriente le pidió tomar asiento en aquel sofá negro y rellenar un par de datos en una hoja. Justo al lado estaba sentada una muchacha con la cabeza agachada, sus cachetes sonrojados y mirando de reojo lo que ocurría a su alrededor. Ambas sentadas ahí esperando ser entrevistadas por uno de los que sería su futuro jefe. Solo se escucha murmullo al fondo de las oficinas, algunas carcajadas provenientes de las chicas del fondo de la casa y de repente un hombre pronunciando en voz alta el nombre real, y no artístico, de Dulce.
Entra a una oficina, cuyas paredes tienen colgando un par de reconocimientos en convenciones como La Lexpo— congreso en el que premian y aglomeran a todos los grandes empresarios de la industria— y otros eventos, en el suelo había algunos instrumentos de fotografía como luces y reflectores, un escritorio de madera con un computador portátil encendido y un sinnúmero de formularios llenos, idénticos al que Dulce había diligenciado. Un hombre de estatura promedio con mirada penetrante, ya entrado en años, ligeramente panzón, usando un saco juvenil negro, sin presentarse comienza a hablar y va directo al grano, explica el alto nivel de deserción de las chicas que llegan a su estudio, dice que “hay muchas chicas que piensan que tienen las tetas mágicas y que con solo mostrarlas hicieron dinero y no es así”, el éxito está en tener un muy buen número de seguidores para conseguir una buena cantidad de usuarios al momento de una transmisión y eso aumenta la probabilidad de ganar más dinero, sin embargo en esta industria nada está escrito. El entrevistador le explica a Dulce la cantidad de mujeres divinas, con el cuerpazo y la cara perfecta, que han llegado al estudio y con las que el daba por hecho generar una alta suma de dinero, pero que lastimosamente este tipo de mujeres le han enseñado que “el solo estuche, no vende”, explica que se requiere de inteligencia para saber manejar los usuarios y los tiempos de transmisión, también se necesita mucha disciplina y constancia, las modelos deben buscar fidelizar los usuarios.
— ¿Has tenido por el contrario casos de otras mujeres, exitosos?— preguntó Dulce.
—He tenidos muchos casos de chicas que no son tan lindas, no son tan glamurosas y no son tan llamativas que hacen una muy buena cantidad de dinero, porque son muy inteligentes para saber manejar a sus usuarios— le responde uno de los dueños.
—Dentro de las páginas encontramos que el 100% de los usuarios quiere tener una relación sexual con la modelo, pero también encontramos que hay un 90% que quieren conocer, seducir, conquistar, persuadir, ser novios, ser amigos, ser amantes— añade el entrevistador.
Más adelante, comienza a hablar sobre los dos tipos de páginas que hay: las de privado o the free. En las páginas de privado, las mujeres se promocionan por medio de una fotografía, con un doble click se encuentra un video en vivo de cada modelo, usualmente vestida empleando técnicas de seducción para que el usuario pague un show privado. En las the free, por el contrario, hay un sinnúmero de recuadros de mujeres desnudas, masturbándose, mostrando su cuerpo en la totalidad esperando a recibir tokens —moneda virtual que equivale a 0.05 centavos de dólar—, esto quiere decir que para ganar un dólar se deben acumular 20 tokens. Muchas de las modelos tienen un juguete sexual que vibra de acuerdo a la cantidad de tokens que un usuario envíe, por ejemplo, si envían entre uno y catorce tokens, el dispositivo vibra por un segundo.
Dulce con ojos muy abiertos, casi sin parpadear, se decide a preguntar:
—¿Qué pasa con los días que tenemos nuestro período?— dice acongojada.
—Acá trabajamos todos los días. Los días que las chicas tienen el período pueden hacer otra clase de shows que no impliquen penetración. Aparte, no falta el drácula que aparezca y pague dinero por eso, entonces el tener el periodo no implica que no puedas trabajar— respondió con franqueza.
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Un día después de la entrevista, dudosa y algo ansiosa, Dulce llega nuevamente al estudio a su prueba de cámaras. Una demostración que exigen los dueños del estudio para saber hasta dónde estás dispuesta a llegar y comprobar si estás hecha para ese trabajo. Son aproximadamente diez habitaciones las que están distribuidas a lo largo de un pasillo, cada una de ellas tiene una cama vestida con sábanas elegantes, almohadas pomposas, cortinas limpias y modernas, dos mesas de noche con adornos sobre cada una de ellas y un par de cuadros sencillos en sus paredes de color pastel.
La prueba inicia, ella está sola en la habitación en ropa interior, solo la acompaña un computador con cámara y un par de juguetes eróticos básicos; del otro lado de la pantalla se encuentra el monitor, el encargado de evaluar su desempeño ante las cámaras.
Comienza la transmisión demo, en la pantalla se ve a sí misma y a un lado, aparece una ventana de chat en la cual interactúa con su monitor quien se hace pasar por un cliente y entabla una conversación en inglés —si la modelo no sabe inglés, tiene una ventana extra con un traductor para ayudarse—. Él simula estar excitado, le escribe cosas calientes, le pide que baile sensual mientras se acaricia, luego le pregunta si puede meter dedos en su vagina, en su ano y luego chuparlos. Dulce decidía hasta dónde llegar. Mira a la cámara y prefiere chupar un pene de plástico para ser atrevida con su cliente. Han pasado casi ocho minutos cuando el monitor empieza a contarle la historia del divorcio por el que estaba atravesando, da pocos detalles pero expresa la tristeza que estaba sintiendo. Dulce estaba nerviosa, no sabía qué responder, no sabía si debía dar un consejo o responder cosas como: “Oh, I'm so sorry” o “I hope everything gets better”. Al final, envía un guiño y escribe “sorry”.
La prueba termina, ella se viste y se dispone a escuchar su resultado en la prueba.
—¿En serio tu respuesta es un guiño cuando alguien te cuenta que se está divorciando?— le reclama el monitor.
—No me esperaba algo así— responde la chica.
—En esta profesión debes estar preparada para todo. Recuerda que debes buscar fidelizar a los usuarios dando desde un buen consejo hasta la mejor masturbación.
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Dulce comienza en su nuevo trabajo como modelo webcam. Desde sus primeros días logra entablar un vínculo cercano con algunas de las chicas del estudio, especialmente con Jessy y Vane —nombre artístico de las dos modelos—.
Jessy fue fundamental en el proceso de adaptación de Dulce, fue quien le enseñó tácticas para manejar a los usuarios, estrategias como: tener a la mano una botella de té color amarillento claro, un sobre de lechera o empaques de nucita. Cada uno de estos alimentos tenía el fin de complacer algunos deseos anormales de los usuarios. Todas estas recomendaciones estaban basadas en la experiencia de Jessy; el té, por ejemplo, es porque varios usuarios extranjeros le han pedido que se tome sus propios orines, es un fetiche que al parecer es bastante común. La lechera, para simular que es semen y se debe esparcir en la zona del cuerpo que el usuario elija. La nucita es para satisfacer un fetiche solicitado, sobre todo por italianos, de simular comerse su propio excremento.
Un día, saliendo del estudio, después de escuchar una conversación íntima de Jessy por teléfono con alguien más, a Dulce le entra una intriga acerca de las cosas más raras por las que ha tenido que pasar su compañera.
—Jessy, ¿qué ha sido lo más extraño que te ha tocado hacer en una transmisión?— pregunta Dulce.
—En realidad te vas a encontrar de todo, hay usuarios pederastas que te piden que tomes el rol de una niña chiquita, te piden incluso que digas que te está violando y que llores (la mayoría de páginas da la opción de reportar al usuario y lo bloquean), o usuarios que tienen cierto fetiche con animales y te piden que te maquilles y hagas sonidos del animal que a ellos les excite. Un día, tuve que estar casi 20 minutos frente a la cámara mostrando mis pies, porque al usuario eso era lo que más le excitaba— responde Jessy.
Vane es una mujer de más o menos treinta y cinco años, tiene una hija pequeña que ha sido su impulso para resistir momentos amargos dentro de ese gremio. Dulce la conoció el día que presentó su prueba de cámaras, la mujer también estaba aplicando al mismo proceso laboral, la diferencia era que ella sí tenía una amplia experiencia como modelo. Desde el primer momento se notaba prevenida con su entorno, sin embargo resultó muy cordial, tuvo gran empatía con Dulce, compartió con ella una de las experiencias más oscuras que tuvo que vivir en el antiguo estudio de modelaje web en el que trabajaba.
Uno de sus exjefes intentó abusar de ella. Al sentirse fuertemente rechazado, la chantajeó con subir gran parte del contenido erótico que ella había producido a lo largo de ese tiempo en el estudio, en páginas a las que tuviera acceso la población colombiana y así desmentir que trabajaba como mesera en un bar todas las noches —excusa que usaba para pedirle a su madre que cuidara de su hija—. Tras una serie de denuncias y un proceso judicial, Vane logró salir victoriosa de su antiguo lugar de trabajo. Su secreto aún está a salvo.
Dulce logró entablar con Vane una relación fuera del ámbito laboral, llegó a conocer a su hija y durante el tiempo que trabajaron juntas se apoyaron no solo como modelos sino como amigas.
Dulce descubre en sus transmisiones la relevancia que tiene para un usuario extranjero el sexo anal. El mayor aliado de todas las modelos webcam es la lidocaína, un anestésico local que disminuye casi a cero el dolor al momento de usar los juguetes. A diario le pedían introducir juguetes sexuales por su ano, el vibrador de tokens era infaltable, por supuesto.
Llegó uno de los días de satisfacer algunos fetiches de los usuarios. Un cliente extranjero, entrado en años, decide pagar un show privado de Dulce, empieza su conversación expresándole a la chica su deseo de ser dominado. Dulce, un poco desconcertada —y desacostumbrada, porque siempre era ella quien cumplía el rol de sumisa—, comienza a darle órdenes muy sutiles como: sentarse, bailar erótico o chupar sus dedos. Sin embargo, no estaba funcionando del todo.
— Quiero que me pidas que sea tu mujer, pídeme que me ponga una falda, un brasier y que me maquille— le suplica el usuario.
La chica, aún más desconcertada, asume el rol de hombre en el show. Le ordena vestirse y arreglarse como mujer, darse nalgadas, suplicarle cosas sucias, entre otras.
Otro de aquellos días de fetiches, alguien pagó nuevamente un show privado. La diferencia del resto de días era que esta vez Dulce tenía su periodo. A pesar de advertir al cliente, él aceptó.
Comienza el show, todo iba normal, el baile, la expresión facial sensual, desnudarse…
— Quiero que te comas tu período— le dice el usuario a Dulce.
Ella, impactada ante su deseo, le responde que no quiere hacerlo.
— Entonces quiero que te masturbes con el tampón que tienes dentro. Si lo haces, volveré mañana a la misma hora para otro show privado— insiste el cliente.
El monitor interviene y le sugiere hacerlo siempre y cuando le triplique la suma de dinero por masturbarse así, ella le escribe al cliente la condición y en seguida aparece el dinero en la web.
No obstante, Dulce también se encontró con que algunos usuarios querían saber más de ella, de su vida personal, si tenía hijos o esposo, qué le gustaba hacer, en dónde estudiaba, qué hacía cuando salía de trabajar, cuál era su libro favorito… inclusive, un usuario le preguntó qué le gustaría que dijeran de ella en su funeral.
Esta fue la experiencia de una joven universitaria que quiso probar lo que se sentía ser modelo webcam.