¿Quién iba a pensar que el carismático niño del humilde barrio Uribe Uribe de Sincelejo iba a convertirse años más tarde en el nuevo cacique electoral del departamento? Sí… ese departamento reconocido por el negocio de vacas de unos pocos, donde han gobernado por décadas los mismos apellidos, donde las garrapatas toman forma de hombres y se hacen llamar políticos. Estas tierras hoy tienen un nuevo barón electoral que ha puesto a temblar a las tradicionales familias políticas de la región luego de ganarles en las pasadas elecciones.
En un departamento que se debate entre la miseria y la hermética oligarquía de las familias ganaderas, el triunfo alcanzado por Yahir Acuña pareciera ser una reivindicación de las clases sociales bajas que hoy ven en este fenómeno político el fin a la desesperanza en la que históricamente han estado sumados.
Acuña se puede ufanar de haber pasado de líder de estudiantes en la Universidad de Sucre a ser dueño de todo un emporio político. Y es que este Frank Underwood criollo ha logrado poder y el estado de “intocable” a través de un estilo que mezcla un discurso dirigido a las clases olvidadas del departamento, excelentes alianzas políticas y a punta de rumba con sus votantes.
Hoy, ad portas de ser el nuevo gobernador de los sucreños (directa o indirectamente), su aspiración me produce mucha intranquilidad por mi departamento. Pero este sentimiento va más allá de las controversias y dudosas amistades que lo han acompañado a lo largo de su escalada política. Es por la manera como este individuo se ha fortalecido entre los círculos menos favorecidos y de los cuales dice representar sus intereses.
Si bien es cierto que el mensaje que este personaje le transmite a su electorado es el de trabajar por los suyos y regresar la esquiva esperanza a su comunidad. Debemos cuestionarnos si los medios para alcanzar este fin tan noble son coherentes. Debemos cuestionarnos cómo perpetuando las reprochables prácticas politiqueras estamos reivindicando a estos estamentos. Debemos cuestionarnos cómo este personaje olvidó la "ideología" que lo motivaba y que tanto predicaba en la universidad una vez llegó al poder. Debemos cuestionarnos cómo un hombre que dice conocer las necesidades de su gente, a través de sus actos de “bondad”, los suma en la peor de las pobrezas con el fin de fortalecer su poderío. Debemos cuestionarnos cómo decimos estar cansados de los Guerra, García, Merlano y demás, pero votamos por Yahir Acuña.
