Aplicaría este refrán a las declaraciones de Luis Fernando Velasco respecto al problema que ha sido para lo que fue el Partido Liberal la ‘Jefatura’ del Doctor César Gaviria. Tal vez adicionado con el que su pronunciamiento no solo llega tarde sino que además se quedó corto.
Son más y más graves las acusaciones que se le deben imputar.
Comenzando por la manera ilegal en que se apoderó de esa Dirección; la manera en que indebidamente se ‘atornilló’ en ese cargo; la forma en que destruyó también ilegalmente su estructura interna; y sobre todo los resultados que produjo, y no solo al Partido, sino al País.
No es el tema de pasar durante 20 años de padre a hijo y de hijo a padre el cargo de ‘Director Único’, sino de la forma, lo que se requirió para ello: el desconocer y destituir el Comité de Garantías que declaró la ilegalidad de su eleccion, el cambiar ilegalmente unos estatutos ‘transitorios’ y bajo esos proclamar unos nuevos, el anular toda la membresía anterior y decretar que solo pertenecerían al partido quienes lo solicitaran en adelante, el eliminar todo sistema de participación democrática para dejar en manos del ‘Director Único’ todos los nombramientos, el pasar a manos del ‘Director único’ el manejo de los dineros y de los avales como si fuera un soberano, etc. Por supuesto para ello renunciar a la ideología progresista, a la condición de ‘coalición de matices de izquierda’, a ‘nutrirse de las canteras del socialismo’, al carácter de ‘vocero de la coalición de minorías’ y a todas las definiciones ideológicas de su historia para convertirlo en la nueva definición de ‘Partido de Centro’ (tan derechizado que ni siquiera se atreve a rebelar su nueva filiación).
Así lo que había sido a lo largo de la historia nacional la columna vertebral del sistema político desapareció en sus manos sin mérito ni beneficio para nadie diferente de él. Más de 150 años de presencia y liderazgo para los cambios que nuestra sociedad adelantó fueron borrados dejando una colectividad sin identidad ni ideología, y como consecuencia toda la estructura que dirigió desde el nacimiento del bipartidismo los destinos nacionales. El rechazo a la orientación y al manejo dado produjo el desgraniamiento en mini pseudo-partidos y pequeños feudos personales que no podían sino convertirse y propiciar el sistema clientelista y de corrupción política que hoy vivimos.
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De los más de 37 que hoy se autopostulan, ninguno parece desear hacerlo bajo esa sigla porque es un lastre que disminuye las posibilidades y para reivindicar su posición prefieren buscar firmas
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No fue solo la división en varias agrupaciones (desde el uribismo o ‘Partido de la U’, pasando por el Cambio Radical, el Partido Verde, y todos lo etcéteras que iban intentando recoger los huérfanos que dejaba la política personal de Gaviria), sino que poco a poco fueron saliendo de sus filas todos los que alguna ascendencia y alguna filiación ideológica podían tener con el Partido Histórico. Se llegó al punto que desde hace 5 elecciones presidenciales no puede ni siquiera presentar un candidato, o de que de los más de 37 que hoy se autopostulan, ninguno parece desear hacerlo bajo esa sigla y para reivindicar su posición prefieren buscar firmas. Y no necesariamente solo por diferencias ideológicas con lo que hoy reina en la mal llamada ‘Dirección Liberal’, sino porque es simplemente un lastre que disminuye las posibilidades de cualquier aspirante. Ya lo vivió Humberto de la Calle y parece ser el gran dilema que tendría Alejandro Gaviria, como lo fue el caso de todos los que alguna vez figuraron como expectativas del centro izquierda hoy ya prácticamente sin ninguna excepción (Ivan Marulanda, Eduardo Verano, Cristo, Cecilia López, Sofia Gaviria, Juan Manuel Galán, Humberto de la Calle, Alfonso Gómez, Germán Vargas, Vivian Morales). Lo difícil es encontrar un nombre que aún confíe ya sea en un comportamiento correcto por parte del ‘Director’, o ya sea en que lo que defenderá o representará será el ideario Liberal Social Demócrata y las banderas con las cuales se ha identificado a esa colectividad.
No se trata del hecho de haber montado una Constituyente basada en una séptima papeleta que nunca existió; ni del bombardeo a las Farc el día que las invitaba a las elecciones para la Paz; ni el invento de firmar unos papeles en blanco engañando a la ciudadanía; ni, como lo dijera Rudolph Hommes, la ‘jugada’ de entretener al país con ese evento mientras implantaba las medidas del neoliberalismo sin que se generaran debates. Todo esto ha traído males a Colombia pero es parte del los debates políticos; lo grave es que no es en defensa de una ideología sino lo que muestra es la naturaleza y el estilo del hombre.