“Más vale prevenir que curar”, no solo en Manizales sino en el resto del país

“Más vale prevenir que curar”, no solo en Manizales sino en el resto del país

"Es una axioma que nuestros gobernantes no priorizan el gasto. Muestra de ello es la cancha del barrio Aranjuez"

Por: Nota Ciudadana
mayo 05, 2017
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“Más vale prevenir que curar”, no solo en Manizales sino en el resto del país

Este es un refrán aplicable a la imperiosa amenaza que representa el cerro “San Cancio” para todos los que viven a sus pies. Situación que las autoridades no pueden  pasar por alto antes de que converja en una realidad irreparable. Al respecto, resultó disparatado el llamado a la dirigencia manizalita a deponer las diferencias estacionales que los separan, dada la necesidad de aunar fuerzas en torno al alcalde, a objeto de reforzarlo en la consecución de los 200 mi millones que según cálculos se requieren para superar la grave emergencia como para suplir las penurias de quienes lo perdieron todo, lo cual, sin el auxilio del alto gobierno, terminar la titánica tarea es impensable. Por lo pronto, debe echarse mano de los recursos dispuestos para el elefante blanco, que es sin duda el faraónico aeropuerto de Palestina.

Anhelo de unidad incomprendida, lamentablemente, por el burgomaestre, según su inesperada reacción que no se compadece con el luto, ni la angustia que acosa a los afectados. Invocación de solidaridad que no supone enmudecer la palpable imprevisión de las entidades y funcionarios, de ayer y de hoy, que tuvieron o tienen que ver con las indistintas tragedias sucedidas desde tiempos inmemoriales: alcaldía, Corpocaldas, Planeación, organismos de control, etc., las que, sin personalizar, ni mencionar nombres, no atendieron o incumplieron su función en forma debida, ya por descuido, desidia, negligencia o desconocimiento. Desatinos, errores y equivocaciones, cometidas de buena o mala fe, que es indispensable conocer y resaltar para que afloren los correctivos. Nada de nervios.

En el presente caso, no puede soslayarse el oportuno preaviso del infernal invierno que se acercaba, anunciado desde el mes de septiembre, por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM). Incuria que llevó a repetirse la fábula del pastorcito mentiroso —atribuida a Esopo (620 A.C.-560 A.C.)— que no creyó la llegada del lobo feroz de la lluvia, hasta que esta arribó y “devoró”. Según el informe último de la Presidencia- 15 personas, afectó 37 barrios, 2 mil familias, inscritas en el Registro Único de Damnificados, 150 viviendas destruidas, más de 850 en riesgo… y la noche que llega, con su pavorosa incertidumbre e inseguridad latente, que mantiene con los pelos de punta al inerme pueblo que  vive en 27 puntos críticos situados en los barrios: Fanny González, Persia -alta y baja- Portal de San Luis, Granjas, Aguacate, Alto Prado, Sierra Morena, Colombia, Cedros y Morrogacho. Habitantes que indignados -con razón- están al borde de la histeria.

Apatía, desgano o molicie, que no podrá recursivamente encubrirlas la sofística cortina de humo, con la que se trata de distraer o esfumar el adeudo que envuelve a quién o quiénes desestimaron el pronóstico de IDEAM, sin asumir la consecuente prevención, lo cual, lo establecerán, la Procuraduría y Fiscalía, que determinarán, quién o quiénes fallaron, igual, fijarán las incumbencias, de quién o quiénes incumplieron la indelegable misión de tutelar la vida de los gobernados y la previsión del caso. Adversidad que desnudó la violación del deber hacer, que precisado, no minimiza la dejadez, ni la tosca e irreflexiva alegación de que  ponerla a la luz pública, obedece a una hirsuta disputa por puestos.

Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Desencuentro que podrá debatirse en otro contexto y escenario, no en medio de la actual penosa circunstancia. Cierto o no el señalamiento, no permite adjetivar, cosificar y deslegitimar el fastidioso, si se quiere, Derecho de Petición impetrado en forma respetuosa, dentro del uso de control político —aunque levante ampollas—amparado por la Constitución. Respetos guardan respetos. Advertido el albur, debió atenderse sin recelo, y tomar las medidas precautelativas aconsejables que brillaron lastimosamente por su ausencia. De ahí el espinoso y triste resultado, por lo cual cada quien responderá ante la historia de acuerdo al mandato constitucional.

En honor a la verdad, no se dio ninguna importancia a la acertada advertencia del IDEAM, y se desestimó el incómodo Derecho de Petición, que indagaba por los trabajos de contingencia adopados frente al fortísimo invierno comunicado, no para pararlo, sino para advertir y prevenir sus resultas y secuelas, lo cual desabrigó la inadvertencia o ineptitud —llámese como quiera—, fruto de haber delegado en un subalterno la respuesta. De haberle dado alguna verosimilitud, no estaríamos narrando esta amarga historia, que a nadie alegra. Era tan requetesabido el implacable fenómeno, que la Feria se adelantó.

Omisión en que están incursos los burócratas que nada hicieron en los últimos 52 años. Estas las avalanchas y deslaves que enlutaron a Manizales y Villamaría que dejaron una indeleble cicatriz (187 muertos): Barrio “El Triunfo” (29/10/1965) acabó con la vida de 24 personas; B. San Fernando, (7/1/1982) dejó 22 muertos; B. San Cayetano, (28/11/1993) 10; B. La Carolina, (18/12/1993) 5; B. La Sultana, (4/12/2003) 16; B. Bosconia, (10/06/2005) 9; Sector de la Gruta, antigua vía al Nevado del Ruiz, (18/3/2006) 11; Vía Panamericana, sector Los Cámbulos, (26/5/2008) 4; quebrada La Mula, vía Manizales-Honda 13/4/2011, 21; barrio Cervantes 5/11/2011, 48. Trágico balance que lo completa los 17 muertos y un desaparecido de la semana pasada.

No sirve de nada afirmar que nuestra amada Manizales de malva es reconocida por su eficacia en atender este tipo de desastres porque recoge oportunamente sus muertos; los inhuma por cuenta del erario; monta ágilmente los albergues; decreta los subsidios de arriendo; entrega mercados de hambre, frazadas que no dan cobijo y tejas que no tapan la negligencia, dando sí la seguridad de vernos en los próximos funerales. Eficiencia que solo la honra, si el parte, después de, es de cero muertos.

Es una axioma que nuestros gobernantes no priorizan el gasto. Muestra de ello es la cancha del barrio Aranjuez, el más afectado, cuyo multimillonario costo no publicito para no echar sal a la herida. Se debió, primero, instalar un sismógrafo que monitorera el San Cancio y una imprescindible alarma que evitara que el cerro sepultara al intendente de la policía, José Octavio Suárez y a las hermanas Luisa y Miriam Villada y se dieran tantos daños. Montículo en mora de ser comprado o expropiado por la alcaldía, pues encarna una recóndita bomba de tiempo. Inversión (la de la cancha) que hubiera alcanzado para instalar los elementos preventivos descritos, en todos los puntos críticos de la ciudad, y su excedente, haberse invertido en prevención y mitigación del riesgo.

Lo primero es lo primero. Inacción, desatención, falta de capacidad preventiva que incuba, Dios no quiera, una rebelión de contornos impredecibles. Lo prioritario, repito, es innstalar alarmas y monitores (sismógrafos) de movimientos irregulares de las laderas, que den aviso oportuno de evacuación a lugares preestablecidos; sostener guarda-bosques que vigilen las cuencas; practicar ejercicios pedagógicos de migración. Parodiando a un emperador romano que dijo: “Roma ya no está en Roma”, de Manizales -sepultada en los recuerdos- puedo decir “que no está donde estaba”. La política implica en primer término asumir las decisiones necesarias para el bien común, aún, las más difíciles o dolorosas.

Es común expresar: “por la boca muere el pez”. El distractor expediente de los cargos, no ha lugar, como recitan los juristas. El alcalde, luego de hacerse al poder, asiente que instruyó a los secretarios para que no atendieran, so pena de “mochis", a los desdeñados jefes que lo patrocinaron. Veda, con nombre propio, a quien le aportó el centavo p’al peso. Es un secreto a voces que le escogió el “amigo”, cuota atada de pies y manos a la espalda. Minitas salió como pepa de guama por salirse de la fila. Entelequia que resume la expresión: “impido alimentarte y luego te ordeno que no muerdas mi mano que te da de comer”.

 

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