Se supo de un nuevo hallazgo petrolero en la Guajira y precisamente siempre se recuerda con estas situaciones, el caso de los años noventa en Colombia. Ningún hallazgo petrolero -en Colombia por lo menos-, se puede comparar con las llamadas Cusiana (I y II), y Cupiagua, de los años noventa. Realmente estas significaron cambios fundamentales para la economía nacional. Verdaderamente se retrató el país, como un sueño para las compañías petroleras y para la inversión extranjera. Esto en un contexto muy difícil, por los conflictos sociales y políticos con el narcotráfico y la corrupción. Fue una manera de poder romper parcialmente de alguna manera, que Colombia también podría ser un lugar, más allá de la violencia y la pobreza.
Precisamente por estos días, Michael Porter, profesor de la Universidad de Harvard, especialista en temas de competitividad empresarial comentó: -“Lo peor que le puede pasar a Colombia, es seguir descubriendo pozos petroleros. […] No se puede tener prosperidad económica sólo hablando de economía. Debe haber progreso social si se quiere tener prosperidad. […] No es fácil juntar estos dos aspectos, lo social y lo económico”. Y realmente esto es el reflejo de lo que ha venido sucediendo en los últimos años, a pesar de tantas reformas tributarias y de esfuerzos por tratar el tema social, no se han visto resultados alentadores; el Coeficiente de Gini por distribución del ingreso, ha disminuido muy tímidamente, mientras que paralelamente el sector minero-energético se ha consolidado como el mayor aportador del PIB, y de las exportaciones. El lío no es que hagan exploraciones y explotación de recursos no renovables, sino que no se piense más allá, hacia un modelo sostenible y diversificado, que piense también en el desarrollo social.
Recordemos que las condiciones macroeconómicas del país, están muy sujetas a factores como el precio internacional del crudo. Porque si cae el precio como ha venido ocurriendo, a nivel de ingresos, nos veremos muy afectados, y tendremos que recurrir a tapar ese hueco, abriendo otro. Por esto, es fundamental que se le apueste a la sostenibilidad, también a través de la competitividad que va más allá de la riqueza de un país. Si nuestro sector industrial, en los últimos años ha venido perdiendo su aporte a las exportaciones, y su valor agregado; si nuestra inversión en A&T (Actividades científicas y tecnológicas) y I+D (Inversión y Desarrollo) no llega ni al 1% del PIB, ni a la mitad del promedio de América Latina y el Caribe; si no se proponen soluciones estructurales a nuestro sistema tributario; si en Colombia, las condiciones para crear empresa están llenas de burocracia y corrupción; si la calidad de la educación del país va en deterioro; cómo podemos esperar algún cambio a largo plazo.
Necesitamos soluciones a nuestro modelo económico ya oxidado. Que nuestro éxito no siga dependiendo si encontramos o no pozos petroleros. Necesitamos un país más allá.