El pasado martes 16 de enero, escuchando Caracol Radio, me encontré en la sección Los secretos de Darcy Queen una noticia sobre la cual ella hablaba al aire muy sorprendida. Colsanitas ahora incluye en su plan de medicina prepagada un paquete exequial como nuevo beneficio para sus afiliados.
Esto me inquietó, más luego de haber recibido por parte de la empresa en mención una información digital donde me enteraba de este servicio. Inicialmente me dio escalofrío y luego rabia, no puede ser que el respeto a la vida y la lucha por mantenerla por parte de unos protagonistas responsables pierda fronteras con esta práctica, en una multinacional de tanto reconocimiento.
Cuando el sistema de salud en nuestro país hace grandes esfuerzos entre todos sus gestores para corregir sus falencias, atender las necesidades de la población en Colombia —en el tema fundamental de calidad de vida y salud—, alcanzar la confianza de millones de usuarios que han sido golpeados en muchos casos por una atención deficiente, no se entiende cómo Colsanitas tome la decisión de aliarse de frente, como estrategia de mercado, con la muerte que, aunque es una realidad, no está en el ADN (hasta ahora) de una empresa que maneja el propósito de la vida, de mantenernos vivos y luchar por ello científica y emocionalmente, a sus millones de usuarios.
Adicionalmente, ¿qué puede pasar por la mente y el espíritu de un usuario y sus familias, en medio de su drama de la enfermedad, cuando le recuerdan que de ahora en adelante recibe la atención médica y de paso puede tomar su opción de servicios funerarios?
Es también una falta de respeto la pérdida de identidad del “negocio” de la salud por parte de esta multinacional, primando sin dolor (¿y sin necesidad?) el factor comercial por encima del humano y el “compromiso adquirido” históricamente ante la sociedad.
Da tristeza y a la vez vergüenza que además Colombia con esta novedosa y tenebrosa opción de Colsanitas pueda entrar en los Guinness Records de ser no solo el único país del mundo en donde mueren niños y ciudadanos por falta de atención médica prioritaria, sino que de una vez le tienen la carta de invitación a la funeraria.
¿Será que el respetable cuerpo médico de Colsanitas, que ha manejado con dignidad su profesión y sabe cuál es su misión ante los miles de pacientes, se siente tranquilo cuando desde su mismo consultorio el paciente tiene ya la opción de su propio entierro? ¿Qué pensará el Ministerio de Salud y Protección Social sobre esto? ¿La Superintendencia de Salud se va a pronunciar? ¿Los llamados “chulos” del negocio de las funerarias, que son muchos en Colombia y que solo se salvan algunas empresas contadas con los dedos de la mano, estarán felices porque han encontrado un escenario que nunca se imaginaron para acosar a los enfermos en las puertas de atención de Colsanitas?
Y por último, ¿qué pensará el gremio de la salud en general? ¿Seguirán el mismo camino? ¿Se unen en Colombia la lucha por la vida y la tragedia de la muerte en el mismo corredor? O, por el contrario, ¿manejará una ética y protestará sobre este invento de Colsanitas, que lejos de ser novedoso es grotesco y que frustra todos los esfuerzos en las políticas de estado de nuestro país por la lucha de un sector, en el cual la conservación digna de la vida es la única opción?
Así faltaría solo que Colsanitas, como medicina prepagada en Colombia, también llevara los santos oleos a sus pacientes con orgullo como gran estrategia de mercadeo con esta “novedosa" idea. Si esto no se detiene, seguramente aumentará sus ganancias y arcas, pisoteando la esperanza de vida de miles de usuarios y la ética. Esto me hace recordar un viejo adagio que dice: “más peligroso que médico con funeraria”. ¡Amén!
