No aguanto más de la rabia. No aguanto más la indignación. Colombia no juega a nada y hoy en Ecuador el equipo muestra la peor versión en una década. Es que desde que la Chile de Bielsa nos arregló en Medellín en el 2009 la selección no perdía dos partidos seguidos. Hoy en Quito se vislumbra la hecatombe. Pero más allá de la derrota yo no me aguanto un segundo más la transmisión de Caracol.
Es que hermanos míos, no hay derecho de verdad. En las primeras fechas de la eliminatoria tenían a Rafael Dudamel, conciso, claro, agradable. Y luego al venezolano se lo llevaron a la Universidad de Chile a dirigir y tenga, nos trajeron de vuelta a Abel Aguilar y su tono monocorde, adormecedor. Yo no sé si este hombre sabe o no sabe de fútbol, me imagino que con dos mundiales encima algo sabrá, pero lo que si se los puedo asegurar es que no sabe comunicar. Me he quedado dormido tres veces en lo que va del primer tiempo.
Señores de Caracol, bastante difícil es tener que ver la Colombia de Queiroz, da impotencia, rabia. Deberían al menos esforzarse para darnos algo menos amargo. Yo he tenido que bajarle el volumen al televisor porque es increíblemente dificil, exasperante tener que escuchar la dupla de Javier Hernádez Bonnet y Abel Aguilar. Si tenemos ese peso encima ese placer que era ver a la selección Colombia se nos convierte en este suplicio, en esta amargura.
Qué año horrible se ha constituido el 2020. El año del derrumbe de Egan Bernal y también de la selección, además de los equipos colombianos que internacionalmente han sido un oso absoluto. En Quito yo no sé cuantos nos van a meter pero lo único claro es que con narradores y transmisiones como la que nos ofrece Caracol nos queda claro que no sabemos nada de fútbol. Un pueblo que tolere una transmisión así no merece ir a ningún mundial.
