La creatividad humana a lo largo de la historia ha demostrado ser casi infinita, la humanidad se ha beneficiado de la genialidad de personas que con su actuar ha incrementado nuestro nivel de vida.
Vale la pena mencionar algunos casos. La democracia, ideada por filósofos griegos para atribuirle el poder a la sociedad y de este modo limitar el del tirano, Nikola Tesla revolucionó el mundo con sus estudios respecto a la electricidad y su utilización comercial, ni que decir de Marie Curie ¿Qué sería de la medicina sin sus estudios sobre la radiactividad?
Sin embargo, no todo es color de rosa, bajo un régimen democrático Hitler lideró un multitudinario movimiento pangermánico que finalmente desencadenó en una guerra de dimensiones inauditas en la cual se estima que murieron más de 50 millones de personas, con electricidad funciona una silla macabra que en búsqueda de “justicia” ha matado y mata a “culpables” e inocentes, seguramente la doblemente galardonada con el premio Nobel nunca se imaginó que la radiactividad usada de forma bélica pudiera tener una capacidad destructiva gigantesca.
Hago alusión a estos ejemplos, para evidenciar que cualquier avance científico, político, social o de cualquier orden, cuando es presa del odio se convierte en un arma de doble filo con la capacidad de generar mucha destrucción, pero si a esto se le suma el ingrediente del fanatismo, definitivamente nos encontramos ante una tragedia de dimensiones catedralicias.
Y el feminismo…Que nunca le pase esto al feminismo. Que también es una invención humana, este movimiento ha sido liderado inteligente y valientemente por mujeres en busca de la reivindicación de sus derechos en el marco de una sociedad patriarcal que confiere muchos beneficios a los hombres con base en unos preceptos de índole (sobre todo) moral y religiosa, sobra decir que tales beneficios no tienen asidero y genera opresión para la mujer, quien en este contexto machista no ha sido valorada en toda su dimensión y lastimosamente no ha ocupado el rol igualitario que se merece; afortunadamente, mediante una lucha activa y concienzuda, el feminismo ha logrado una realidad más vivible, más amable, más humana. Y lo mejor de todo: ¡NO HA GASTADO UNA SOLA BALA!, los desafíos aún son muchos, la sociedad pide a gritos este feminismo.
No obstante, una facción minoritaria (en buena hora) del feminismo está siendo afectada por estos dos flagelos: el rencor y el fanatismo. Inclusive se han tomado el trabajo de justificarlos teóricamente de una manera abierta, es común mirar en la actualidad premisas como: “matria o muerte”, “odiar a los hombres no está mal”, basta con poner la palabra feminismo en google para obtener imágenes como esta:
O publicaciones de todo tipo que incitan al odio en contra del hombre, no se entiende el objetivo con que se realizan.
Todas las mujeres han sido víctimas del machismo, por eso es entendible que se generen emociones negativas por esta situación, pero la justificación teórica de soluciones que partan del rencor es insostenible, es curioso observar que las víctimas de los más atroces actos de machismo son las que han entendido que un ejercicio cíclico del odio, no conduce a nada; caso parecido a lo que sucede con las víctimas del conflicto armado colombiano quienes le han apostado a la reconciliación de la sociedad, por supuesto este proceso debe incluir el reconocimiento de responsabilidad del victimario y el ánimo sincero de mitigar lo que se hizo.
Otro punto preocupante es el manejo que se le da a la crítica por este grupo de mujeres, pues para el dogmatismo, una idea contraria a la establecida no es susceptible ni de análisis, ni de debate, simplemente se repele. No se les ocurra expresar públicamente tu no concordancia con el feminismo, la consecuencia será que obtengas toda una gama de insultos que van desde misógino hasta HP; si la que expresa esta idea es una mujer, la respuesta será aún más agresiva.
Lo cierto es que las posturas bien fundamentadas se nutren de la crítica, y ante esta se fortalecen, bien sea porque la crítica no gozaba de los argumentos suficientes, ya sea porque era muy bien justificada y mereció se realizase un cambio. ¡La crítica no necesariamente es un ataque, hay que aprovecharla!
Todos somos conscientes de lo nocivo que pueden resultar los estereotipos de belleza y la explotación del atractivo sexual de una mujer, pero, ¿por qué caer en ese juego tan aberrante? ¿Qué culpa tiene ella de haber nacido bonita? Una modelo puede ser mucho más que su imagen, pero si se descalifica por su profesión es nula la posibilidad de expresar toda su potencialidad en todas sus dimensiones. Para el machismo “putas”, para el feminismo irreflexivo “huecas”.
Si bien este texto ha marcado algunas situaciones negativas que tienden al sectarismo, hay que ser enfático en que la generalidad del movimiento feminista guía su pensar y su actuar en premisas acuciosamente argumentadas, y no pretende en lo más mínimo crear un estigma en contra de sus justas y necesarias luchas, por el contrario, tiene la pretensión de contribuir al ejercicio pleno del feminismo consiente, ese que propende por la inclusión del hombre en su proceder, requisito sine qua non para alcanzar los fines de paridad y equidad de las personas dentro de una sociedad.
Para concluir, los hombres tenemos dos deberes impostergables, primero deconstruir nuestra masculinidad, bajo la bandera de que la igualdad de género más que escribirla, publicarla o pregonarla hay que hacerla, por duro que fuere renunciar a los beneficios injustificados que se nos otorgan, despojándonos paulatinamente del modo de vida machista que tanto daño genera; y segundo, participar activamente de la construcción del feminismo, y procurar de este un movimiento que genere el impacto y la incidencia que la sociedad necesita. Todos los días encamino el primero, y para cumplir con el segundo, y con todo respeto, me he tomado el tiempo de escribir estas líneas. ¡Más feminismo y menos rencor!
