Me encanta meterme a chismosear sobre la vida privada de mis amigos en Facebook; lo reconozco. Sin embargo, me preocupa que últimamente me aparecen muchos mensajes de esos grupitos de alebrestados académicos y activistas ciudadanos.
Atrás quedaron los lindos tiempos cuando Facebook solo tenía fotos de playa y recuerdos sobre las últimas adquisiciones de las visitas a Sawgrass Mills; todavía me ahogo en saliva recordándolo. Desde que apareció Twitter, ya Facebook no es lo mismo. La gente se ha vuelto aburrida, hablando de problemas en su ciudad y dizque creando formas de arreglarlos. ¿Acaso para eso no tenemos políticos ya?
Ilusos quienes creen que con Twitter van a poder interactuar con los políticos. Que te siga un político, no quiere decir que vaya a tomar tu opinión y mucho menos que no te vaya a dejar de seguir tan pronto consiga el cargo que busca. Yo, por ejemplo, todavía me tengo que encontrar con aquel viceministro, que con sonrisa socarrona me saluda siempre con un lengüetazo, aunque ya no me siga en Twitter.
Obviamente, sí hay políticos buenos activos en Twitter. Ahí está el Ministro de Vivienda, a punto de romper el récord Guinness de mayor cantidad de fotos subidas por día. No sé si alcancen a regalar las cien mil casas gratis, pero sin duda el ministro logrará compartirnos más de cien mil fotos sobre el tema. La única que le hace competencia es mi tuitera favorita, la Ministra de Transporte. A ella le gusta es tomar fotos de cuanto puente inaugura, y a veces cuando tenemos buena suerte, suelta ráfagas de mensajes propios que combina –con gran estilo– retuitiando casi todos los mensajes del presidente Santos; ojo, sin sucumbir ante la tentación de responder ni una sola de las preguntas, que descaradamente le hacen los ciudadanos. ¡Que talento 3.0!
Pero volvamos al tema central: me tienen mi Facebook inundado de mensaje sobre un tal POT. Al principio no entendía muy bien de qué se trataba eso porque los mensajes siempre vienen en lenguaje de abogado litigante. Pero estudiando un poco, me di cuenta que el temita si es importante. En resumen, ese documento define la hoja de ruta de nuestras ciudades para la próxima década; qué se construye, dónde se construye, cómo se conecta, etc.
Además, ¡oh sorpresa! aplica para casi todas las ciudades, y no solo para Bogotá. Entiendo que a El Tiempo y a Semana no les interese hablar de ningún otro POT que no sea el de Bogotá; igual todas las otras ‘provincias’ de este país pueden mirar a ver cómo organizan ese documento por allá. ¿Ó no? Lo que no acepto es que por falta de cubrimiento en los medios nacionales, entonces ahora nos toque aguantarnos toda esta discusión sobre el POT de Villavicencio, Pasto, Medellín, etc., en nuestras redes sociales.
Un amigo me dice que la solución es bloquear a los intensos: “Fácil Cadena, yo programé el sistema para que no me salgan textos serios de los ‘seudointelectuales esos’; ahí lo tengo filtrado para que me lleguen solo las ‘foticos’”. ¿Bloquear? Hasta allá no llego, lo máximo que hice fue borrar un par de conocidos que ahora están tan intensos con la bicicleta, que hasta en su foto de perfil salen pedaleando.
Pero es que ya es mucha gente hablando de cosas serias, invitándome a foros, tertulias, a estudiar esos ladrillos de documentos, y a sacar tiempo para “participar”. ¿Participar yo? Ya lo hice; voté por Serpa en el 2006. ¿Regalar mi tiempo para irme a pintar bicicleticas en la calle, evitar la tala de árboles, y lograr reglas claras para que no sean solo las constructoras quienes decidan qué, cómo, y dónde se construye? Yo me mantengo muy ocupado, ¿usted cree que me voy a ir a explicarles a los concejales que más vías y puentes no solucionan la congestión? Mamola.
Ya es hora que dejen de molestar tanto en Facebook y Twitter. Volvamos a hablar de los romances en el pueblo, compartamos fotos del sushi de la semana y del velocímetro marcando por encima de 120. Lectores, no dejemos de soltar esas matracas de críticas apasionadas, que solíamos escribir en Facebook sin preocuparnos por ofrecer soluciones. Amigos, no nos dejemos convencer de que hay que encontrar la forma de participar en el destino de nuestras ciudades, para eso están los políticos; lo podemos dejar tranquilamente en sus manos. ¿Ó me equivoco?
Addenda: Nada, NADA justifica la violencia.
