Es importante que como sociedad podamos tener encuentros desde tanta diferencia. No podemos pretender que todos estemos alineados a una misma ruta de pensamiento. Los tiempos han cambiado. Las épocas donde el esclavo bajaba su cabeza ya cambiaron. Este accionar cultural no hace parte de estas nuevas épocas, donde sin lugar a dudas la educación ha logrado compartir una nueva verbalización de los territorios, esos que por siglos fueron sometidos a las historias heroicas contadas y reproducidas por los herederos de esa historia colonial.
Sin duda, la reivindicación de los derechos y la acción cultural es importante, como también respetar a los que se identifican con toda esa iconografía de la colonia y el ideario conservador. No podemos como sociedad pretender que se borren de un plumazo, así estas nuevas dinámicas de pensamiento nos indiquen que esas representaciones son expresiones simbólicas que hacen apología al esclavismo, el clasismo y la sumisión.
En este punto está la posibilidad de lograr que como sociedad podamos entendernos desde la diferencia de pensamiento, ideología política, religión, sexo, etcétera. En fin, respetarnos desde esa universalidad de pensamiento, dejando a un lado la discriminación, el insulto y la descalificación como parte de nuestra dialéctica.
Invito a que construyamos como nación el diálogo. Este debe ser la principal herramienta para superar la crisis de violencia y anarquía que vive nuestra patria. No hay tiempo para seguir con discusiones obtusas, creyendo que con discursos de prepotencia y donde se midan fuerzas y poderes podemos arreglar nuestro desencuadernado país.
Invito a esa juventud que exige derechos que busque desde los mecanismos de participación que nos brinda la constitución la posibilidad de hacer verdadera patria, una en la que se conjugue esa realidad que ustedes sueñan y exigen desde esas masivas marchas y puedan llevar toda esa energía a las urnas, que es donde realmente podemos transformar el país.
No más agresión de pueblo contra pueblo, ojalá que algún día podamos juntos construir diálogo para reconstruir la institucionalidad, necesaria para que exista un verdadero Estado social de derecho. No más amenazas, no más insultos. Dialoguemos y construyamos desde la diferencia... Se puede...
Un pueblo que logra hacer la paz podrá soñar también con un mejor destino, intentemos este sueño que hasta el momento ha sido inalcanzable. Está en nuestras manos.