Es evidente que después de los comicios del 13 de marzo, el país genera un nuevo debate, concentrado en dos flancos, uno liderado por Gustavo Petro con Pacto Histórico y otro a cargo de Federico Gutiérrez con Equipo por Colombia. Tras tantos anuncios de campaña, publicidad e información saturada en redes, la complejidad y abundancia de nombres electorales se reduce a estos dos nombres para la próxima jefatura del Estado. Por ende, ahora en adelante, el discernimiento de los debates resulta mucho más sencillo dado que el ciudadano, el que verdaderamente se preocupa por su país y quiere que este mejore (no por verborrea de lo que ya se sabe y fracasó), entre otros hechos relevantes, necesariamente debe ceñirse a las propuestas de gobierno ofrecidas por cada uno y en especial, al análisis objetivo de sus participaciones en las nuevas discusiones frente al país que viene y no él que por años se ha estancado en lo mismo.
Por otro lado, posterior a lo ocurrido en el debate organizado por la revista Semana y El Tiempo, puede decirse que estas premisas de argumentación no cuajan para muchos periodistas que se ensañan en que la gente termine viendo pleitos sin trasfondo. Esto implica que es crucial que la organización de lo que se propone para el país se transmita usando otras estrategias que permitan generar mejores opiniones para el ciudadano que finalmente elige y reduzca considerablemente las oportunidades de compra de conciencias en las urnas.
Actuaciones sin pies ni cabeza como las de Betancourt en referirse a situaciones psicológicas personales agravantes (aquí no importa a quién sino el haberlo hecho y por qué) no responde a alguien que piense en colectivo, a alguien que construye país ni mucho menos de tener el país en la cabeza. Por consiguiente, quien próximamente lidere a Colombia, debe por sí mismo (a) no demarcar incoherencia ni mucho menos poner en igualdad de condiciones la libre expresión y el descrédito social de otros.
De modo que, si se recurren a modalidades asertivas de discusión para el ciudadano, estas fibras deleznables (como las que Betancourt removió en este debate) se disminuyeran, y consigo, se mitigarían los niveles de desinformación y desvirtuaciones de conceptos en los votantes. Finalmente, ojalá, por la importancia del momento histórico que el país actualmente atraviesa, esta vez los electores elijan con libertad, con bases razonables y no por fortuitas pasiones. Necesitamos más foros, mesas redondas y mas debates de verdad, no de alfiler.