Es común hablar de la historia sociopolítica de Zona Bananera (Magdalena) partiendo de aquel terrible suceso que fue la masacre de las bananeras.
Ya desde entonces, empresas multinacionales, como lo era la United Fruit Company, influían radicalmente en la calidad de vida de los habitantes de ese fértil territorio.
Para esos tiempos (la década de 1920), los designios político-administrativos de la United supusieron la degradación laboral de miles de trabajadores, lo que condujo a la sublevación, que lamentablemente terminó con el fusilamiento de cientos de huelguistas por parte del ejército, claramente secundados por el gobierno nacional de la época.
Aunque lo que aquí buscamos narrar no necesariamente parte de ese hecho histórico, es clave pensar que la historia de Zona Bananera la marcan tan funestas políticas desde el siglo pasado.
Por ejemplo, entre las medidas sociales y políticas que marcan a la población de Zona Bananera, encontramos que el acaparamiento de tierras por familias tradicionales que, desde 1928, ha constituido un problema central para los pequeños productores agrícolas del territorio.
Esto se debió, sobre todo, a que fraguaron planes socioeconómicos para cerrar la posibilidad de comercializar los diferentes productos agrícolas (banano, café, entre otros) con mercados nacionales e internacionales.
Tal situación se ha traducido en un desarrollo económico percibido por estas familias tradicionales, implicando un crecimiento en materia de infraestructura productiva que complejiza las condiciones de competencia mercantil, excluyendo del juego económico a pequeños propietarios, quienes han tenido que oscilar entre una economía de la subsistencia fundada en cultivos de pan coger, y la de vender al mercado, en condiciones económicas desleales (como precios paupérrimos) su fuerza de trabajo y variados productos de la tierra.
Si bien, entrados los años 2000’s, con la fundación de la Zona Bananera como municipio del departamento del Magdalena, políticamente se avizoró variar las condiciones socioeconómicas que sufría la población Zonera, a día de hoy podemos asegurar que no es mucha la transformación vivida en el territorio.
Siguen los gamonales políticos jugándose el futuro del municipio y sus corregimientos. De hecho, según datos del Centro Nacional de Memoria Histórica, entre los años 2000 y 2009, Zona Bananera sufrió graves golpes por parte de grupos armados organizados que despojaron tierras, desplazaron personas e intimidaron a trabajadores de las fincas que, como en la década de 1920, pedían mejoras sustanciales de sus condiciones laborales.
En muchos casos, la sindicalización fue perseguida, generando un ambiente de zozobra entre la población asalariada de la Zona.
Las reconfiguraciones socioespaciales sufridas por la población de Zona Bananera incluyen un largo repertorio de prácticas victimizantes: desde la criminalización de los sindicatos, el hostigamiento y asesinato de líderes, lideresas, hasta el favorecimiento de ciertos monocultivos, como el de banano y palma de aceite, que se extendieron por el territorio ampliamente ocupando parte importante de las tierras fértiles, a la par que se profundizaba, en la primera década de los 2000, en la estructuración y accionar organizativo de los grupos violentos como los paramilitares.
Por su parte, el período 2010 – 2020 no estuvo solamente marcado por las lógicas y prácticas paramilitares, sino que la amalgama de prácticas para desfavorecer a las comunidades de los corregimientos y veredas de Zona Bananera se diversificaron manifestándose en problemáticas hoy latentes como la captación de los ríos y acuíferos para el sostenimiento de los terratenientes.
En parte, por todo lo vivido a lo largo de casi siglo y medio de historia, es que hoy siguen replicándose errores políticos y económicos en la Zona Bananera en su conjunto. Y cierto es que este municipio representa una porción clave de la economía del departamento del Magdalena, pero las buenas cifras económicas no se traducen en óptimos indicadores reflejados por la gestión de las personas que han liderado la alcaldía.
Una pequeña muestra del fracaso de los alcaldes que han gobernado los últimos períodos el municipio es la estela de dudas levantadas por sus prácticas de contratación y manejo de los recursos públicos, que han conllevado a investigaciones de la contraloría del Magdalena por daño patrimonial.
Entonces, en vísperas de contiendas electorales, vale la pena analizar si existe la posibilidad de elegir, entre los candidatos a la alcaldía, alguno que se atreva a enfrentar esta realidad histórica, es decir, si existe entre el manojo de candidatos alguno que inicie un proceso de transformación que se perciba positivo para la población menos favorecida de la Zona Bananera.
Se trata de iniciar un proceso político que busque consolidar la Paz Total, como hoja de ruta marcada por el presidente de la República Gustavo Petro; pero, además configurar un gobierno multicultural, donde campesinos y campesinas, indígenas, mujeres, jóvenes, pequeños productores y personas que nunca han tenido la oportunidad de direccionar las políticas de gobierno, puedan hacerlo, buscando con ello profundizar la democracia participativa en Zona Bananera.
