Estamos en elecciones, es real y se siente en el ambiente. Así como en un pueblo huele a feria y las señoras alistan sus vestidos y los señores embellecen sus caballos, los clanes engrasan las maquinarias y las jugadas sucias. Sin embargo, son particulares estas elecciones, aunque seguimos aquella colombiana tradición de cambiar un voto por un tamal o más tradicional aún, quedarse ese domingo en la casa sin ir a votar y al día siguiente quejarse del resultado. Es real que estamos en una etapa trascendental en la historia de Colombia enmarcada en la era de la tecnología y la información, y nuestra nación se debate entre las tradiciones que no puede negar y las particularidades que produce el cambio.
Sin embargo, esta sociedad es diferente, las tecnologías han traído la información a la mano de todos y lo que era un secreto en el pasado hoy con un clic está al alcance de todos y se convierten en tendencia. Hoy podemos conocer demasiada información sobre qué hacen o que opinan los candidatos y en esta red tan grande las ponemos en discusión, pero, tenemos demasiada información. Esa información no es filtrada o evaluada y terminamos debatiendo sobre cosas insignificantes como los zapatos Ferragamo de Petro o los Crocs de Uribe, ¿de verdad es trascendental el calzado de nuestros funcionarios públicos? No lo creo, pero caemos en discusiones estúpidas sin fundamento. Otra falacia que encontramos en este acceso ilimitado a la información es la poca veracidad, hoy circulan por montones las noticias falsas y las verdades manipuladas para afectar a cierto candidato o favorecer a otro, es incontrolable el flujo de noticias falsas pero el problema no es que circulen, el problema es la poca capacidad que tenemos para discernir y filtrar cierta información. Esto es, por un lado, producto del desconocimiento de la verdad y de la falta de investigación.
Ya la sociedad tiene acceso a la información y por ende demanda que los candidatos expongan verdades, nos lanzamos como aves rapaces en busca de una presa, lo queremos saber todo y manejar todo. Esto ha complicado a quienes se esfuerzan por hacer política, para algunos es más complicado ocultar su pasado o esos pensamientos que no quieren que salgan a circular. Para quienes no tienen mucho que ocultar y prefieren utilizar las redes como canal, es complicado hacer presencia y no morir a manos del público insaciable.
Rasgos propios de nuestra cultura al verse inmersos en estos movimientos actuales salen a resplandecer. Hoy nuestra sociedad en las redes tiene acceso a la información sin límite, pero no tiene una costumbre (en su mayoría) de comprobar e investigar por eso vemos la gran cantidad de personas que se informa con base a chismes, memes y noticias sin confirmar.
Es peligrosa esta red que nos envuelve y nos demanda presencia en ella. Pareciera que el flujo de información hubiera despertado mayor interés en el país pero no es así, nuestra tradicional abstinencia hará presencia y aunque lo repitamos una y mil veces veremos cómo las prácticas clientelistas se roban el show, mientras nosotros no hacemos más que chistes y debatimos sobre temas que no llegan a conclusión.
Toda esta red que prometía hacer más efectivo el ejercicio de la democracia la está entorpeciendo. No importa cuántas encuestas virtuales se hagan, no importa cuanta información de los candidatos tengamos y no importa cuán expuestos estén ellos ante el público voraz, no importa porque el problema está en el pensamiento y la indiferencia que le aplicamos al momento, hoy las redes estallan con información sobre las elecciones y sus candidatos, pero pasará, en unos días será el mundial de fútbol y todos aquellos implacables analistas políticos serán de un momento a otro directores técnicos de fútbol. Y pasará, se nos olvidará la verdadera importancia del momento y lo decisivo en la historia será otro suceso.
Paradójicamente, en la era donde más abunda la información escasea la verdad y es que esta es la solución, no llenarnos de información, eso no. La real solución es conocer la verdad, porque conociendo la verdad seremos libres.
Necesitamos verdad para elegir, para debatir, necesitamos que nos hablen con verdad y necesitamos que practiquemos la verdad. Hoy vivimos en esta conexión de información que nos desconectó de nuestra única salvación, la verdad.