Países como Puerto Rico, Panamá e incluso hay quienes se atreven a decir que Colombia se disputan el origen del reguetón. Por allá en la década de los 80 y principio de los 90, dos cantantes panameños muy conocidos para ese entonces, Gaby y El General, pusieron a bailar a más de uno con temas como Mini mini y El meneito, género bautizado como ragga. Más adelante, a mediados de los 90 surgió un fenómeno que marcaría un hito en el catálogo musical de la época, sería el nacimiento de La Factoría.
A inicios del 2000, surgiría una oleada de interpretes tales como Daddy Yankee, Tego Calderón, Voltio, Hector y Tito, Zion y Lennox, solo por citar algunos, que carentes de técnica vocal y letras para nada misóginas ( hasta ese momento) e inspirados en el ragga panameño, fusionado con sonidos de la música afroamericana como el hip hop, darían paso al surgimiento de un nuevo género desconocido en nuestro país, que un lustro después sacaría a más de uno de la pobreza y para unos pocos sería el gran un dolor de cabeza y para otros el fenómeno musical del siglo y nos invadiría como una de las 7 plagas de Egipto.
Gracias a folcloristas, coleccionistas, defensores de la música bien hecha y de emisora especializadas, aún contamos con la fortuna de disfrutar sonidos como el rock, el vallenato, la salsa, música popular, la música de ''plancha'' y sonidos del pacifico y de la costa caribe, además del surgimiento triunfante de propuestas innovadoras, frescas e independientes como Bomba Stereo, Pedrina y Rio, Monsieur Periné y Herencia de Timbiquí, de grandes festivales que conservan nuestra cultura e idiosincrasia como el Festival del Mono Nuñez en Ginebra, Valle del Cauca, Festival Petronio Alvarez en Cali, Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar y el Festival Vallenato del Rio Grande de La Magadalena en Barrancabermeja, y me disculpan si se escapan algunos que en el momento no recuerde.
No pretendo dar cátedra de moralismo hipócrita, pero da algo de lastima y de risa ver cómo algunas mujeres (no voy a generalizar) se rasgan las vestiduras ante el tema del machismo (tema el cual no soy partidario), pero se contonean bailando este tipo de música llena de letras misóginas que degradan, pisotean y trapean el buen nombre de las mujeres; aunque cabe destacar que progresivamente eso ha ido cambiando. No nos digamos mentiras, no falta quienes le siguen apostando a esta continua agresión hacia ellas. De manera lastimosa es lo que vende y si les preguntas a un buen número de mujeres por qué siguen bailando este tipo de música, ni cortas ni perezosas te reponderán ''es lo que suena y está de moda''.
Silvestre Dangond, quien otrora moviera masas y hacía que más de uno se pegara sus tragos con sus vallenatos nueva ola (cómo te extrañamos Kaleth y el gran Diomedes), se ha sumergido en algo que no sé ni como llamarle si ''valletón'' o ''reguenato''. Carlos Vives que después de interpretar de manera inolvidable al gran maestro Rafael Escalonasorprendería y enloquecería al país con el Rock de mi pueblo, una apuesta atrevida para la época, pero que atrajo críticas de unos pocos y aplausos incluso hasta de los más conocedores del vallenato, al igual que Shakira que deslumbró al mundo entero con sus albumes Dónde están los ladrones y Servicio de lavandería, se dejaron abrazar por los tentáculos de un monstruo llamado reguetón cual Kraken. Y como ellos, es triste ver cómo muchos cantantes colombianos le han vendido su alma al reguetón, pegándose a la colada de lo que más venda y con el temor de ser condenados al olvido y ver sus finanzas en ceros.
Aplaudo fervientemente y de pie a esos músicos que conservan su esencia musical, que no se han dejado permear por este género y no renuncian a las convicciones con la que iniciaron sus carreras. Y como de todo genero surge un subgénero, del reguetón se ha desprendido un ritmo al que le han llamado trap, un poco más sórdido, misógino y humillante que el reguetón y la letra de las 4 babys de Maluma, pero como el drogadicto que a sabiendas que la droga lo conduce más al abismo y a la autodestrucción, algunas mujeres lo bailan, cantan y hasta dedican. Y para fortuna o desgracia de muchos lastimosamente es lo que más factura en la industria.
Ojalá surjan en un futuro no muy lejano y postapocalíptico más cantantes y músicos osados e innovadores que hagan grande a nuestra música.