¿Más bombas y ahora “paro armado”? ¡No jodás! Así sí es muy verraco. Por eso es que el pueblo hace rato dejó de creerles, respetarlos y verlos como una opción para que este país cambie y tenga una sociedad más justa e igualitaria. Y por eso es que después los insultan, los llaman terroristas, violadores y asesinos. Pero cómo no. Con toda razón. Si es que aún están empeñados en seguir utilizando esas acciones demenciales y extrapoladas que no convencen a nadie ni van a ningún lado.
Por eso es que toda esa dirigencia política corrupta que ha gobernado este país, desde mucho antes de que varios de nosotros naciéramos, siguen y seguirán atornillados al poder, robándose y repartiéndose todo entre ellos. Lo seguirán haciendo, precisamente, porque ellos, durante décadas, se han dado cuenta de que sus oponentes ideológicos siguen empeñados en usar bombas y balas para convencer a la gente del común de que esa es la única vía de llegar al poder. Sin ideologías claras, sin propuestas acordes con el tiempo y el escenario, sin paz. Mientras que ellos, los de siempre, los que son minoría absoluta pero que han gobernado y manejan la economía como plata de bolsillo, conocedores históricos de la ignorancia y del miedo del pueblo, siguen empleando los mismos discursos llenos de falsedades que manipulan y adormecen. Los pronuncian una y otra vez como si fueran versos sagrados de una Biblia. Saben, de sobra, que la gente no va despertar del miedo y del letargo, porque por un lado les están disparando y asesinando, y por el otro los están convenciendo de que hay que mantener el status quo, porque el comunismo es una “plaga” y no hay que volverse como el país vecino.
Por eso, da rabia que, frente a la urgente necesidad que tiene este país de que se nos expongan ideas nuevas y profundas transformaciones, aún haya insensatos disfrazados con capuchas que persistan en la estúpida alternativa de, también, seguir jodiendo al pueblo. De acabarlo, de desplazarlo, de amedrentarlo y entregarlo como carne de cañón al otro bando.
Cómo es posible que después de utilizar durante tantos años la misma estrategia opresiva y sin sentido, aún no quieran entender que el único afectado es el ciudadano común y corriente, el de a pie, el que tiene que salir todos los días a buscar el sustento.
A los gobiernos de turno que dicen combatir, no les ha dolido ni una uña. Ni a los “oligarcas”. Ni a los “imperialista”. Ni a las multinacionales. Ni a los políticos de poncho y sombrero que montan a caballo como si fueran héroes, redentores o dioses. Ni ellos, ni sus familias, han sido desplazados, masacrados o han tenido que ver a sus hijos morir de hambre. Por el contario, ven airosos cómo sus enemigos políticos les entregan en bandeja de plata a campesinos, obreros, madres y jóvenes desempleados y sin oportunidades. Los ven llegar como ovejas al matadero, para seguirlos manipulando con ese discurso fatuo, grosero y lleno de arribismo. El mismo discurso peligroso y lleno de mentiras, que sus eternos detractores, incongruentes y faltos de ideas, les han facilitado escupir sobre la gente cada que quieren ser elegidos.
Por eso, ¡ya no más! Si quieren llegar al poder y cambiar esto, busquen otra manera que no sea jodiendo ni matando al pueblo. Un pueblo que ya se cansó de estar en el medio de una lucha que hace rato se quedó sin piso, sin horizonte digno, y que solo ha producido muerte y sufrimiento.
