La Cámara de Comercio del Chocó, en este caso en particular, ha demostrado ser una plataforma política eficaz. De allí saltaron a la Alcaldía de Quibdó sus dos últimos titulares: Isaías Chalá Ibargüen y Martín Emilio Sánchez Valencia.
Sin embargo, más allá de esas virtudes, no se tiene otro dato que permita deducir sin pasión alguna para qué sirve esta entidad, sobre todo a los comerciantes, que cada año le pagan por los derechos de matrícula o de renovación de sus establecimientos de comercio.
Ahora bien, en la actual coyuntura, esta entidad, que es un híbrido público-privado y que recauda aproximadamente mil millones de pesos anuales, debería utilizar así sea una mínima cuantía de sus recursos para prestar algún tipo de ayuda a los pequeños restaurantes, talleres, peluquerías y demás negocios que llevan más de un mes sin percibir ningún ingreso.
Y si no se puede o quiere lo anterior, podría al menos intentar liderar una campaña interinstitucional para que a los comerciantes que escasamente sobreviven en épocas normales en este tiempo de pandemia les llegue un alivio, por pequeño que sea.
La entidad que los agrupa y que además les cobra por el derecho a ejercer la profesión de comerciantes formales no debería perpetuarse como una plataforma política, sino ofrecer alternativas para quienes con su esfuerzo detrás de un mostrador pasan hasta diez horas diarias generando empleo y haciendo mayúsculos los ingresos de la Cámara.