Si Alberto Uribe Correa quedara reelegido como rector de la Universidad de Antioquia, ya iría para el quinto periodo consecutivo en el cargo. Desde el 2003 está en el poder de la rectoría, sin contar con que antes era rector encargado. Y con cuán cinismo lanzó oficialmente su candidatura: dizque porque sentía una gran presión por parte de los estudiantes y el profesorado. No conozco al primer estudiante que admire su gestión y quizá peque por generalización, aunque lo dudo. Yo creería más bien que las presiones en su contra las malinterpretó.
Hubiera sido bastante pertinente que hubiese hecho pública alguna carta con firma y sello de la Asamblea General de Estudiantes - que desprestigiada o no, es el espacio que de una u otra forma nos representa a los estudiantes – en cuyo contenido se le haya dado un espaldarazo a la reelección del susodicho.
Decía Francisco Cortés Rodas (también candidato a la rectoría) en uno de sus ensayos, “La ruta social en la universidad. Democracia y liberación”, que algunas universidades se han visto viciadas por «…prácticas reeleccionistas que han llevado a perpetuar en el poder en varias universidades del país a unas élites administrativas y no académicas. Por ejemplo, un rector o un decano reelegido por más de dos periodos puede llegar a producir un evidente desequilibrio institucional al impedir la renovación de los dirigentes académicos, al frenar el cambio de equipos y de programas de gobierno universitario y al desnaturalizar el principio de la igualdad en el proceso de elección rectoral. La relación clientelista es una forma de intercambio personal cuya estabilidad depende de los resultados que cada actor espera obtener mediante la entrega de bienes y servicios al otro, y es una relación particularista y privada, ligada solo de manera difusa a la ley pública…»
En ese orden de ideas, el actual rector ya tiene instalada su maquinaria en la Universidad de Antioquia, en todos los espacios. No en vano Correa ha sido reelegido durante tantos periodos porque representa los intereses y el modus operandi del Gobierno.
Semana publicó hace unos meses un informe sobre la crisis en las universidades públicas, y anotaba que en gran parte de ellas, además de existir serios problemas financieros, también hay «rectores ultrapoderosos, nepotismo, pujas internas de poder y denuncias de corrupción y politiquería», y la Universidad de Antioquia no es la excepción, y si sí, que lo desmienta el cuasieterno gobierno de Uribe Correa.
Además, la conformación del Consejo Superior Universitario que elige al rector no favorece mucho a los estudiantes y docentes; realmente hay poca o nula representación de este sector: solo tres de los nueve delegados representan a estudiantes, docentes y egresados. Al respecto, Semana dice que «muchos delegados (que eligen a un rector) terminan capturados por los gamonales y por quienes ya detentan el poder». Y más de una década en la cabeza de la Universidad que ocupa este escrito, es suficiente para que crecieran los gamonales de Uribe Correa.
Finalmente, dice Semana, «en la última década, en 20 de las 32 universidades públicas ha habido reelecciones, y hoy hay 15 rectores en su segundo, tercer, cuarto o hasta quinto periodo consecutivo». Y evidentemente Uribe Correa está entre esa lista de adictos al poder, y que además, como bien dijo el docente titular de la misma universidad, Pablo Montoya, no representa la sabia y respetable vejez sino el cansancio de lo ya hecho y la continuidad de un sistema caduco. En fin, esto que pasa en la rectoría del alma mater, es un pésimo ejemplo de democracia en este país.
Uribe Correa ya tiene una dictadura administrativa en la universidad de Antioquia. Se podría tumbar de donde está, si al menos la ley permitiera, como debería ser lo más lógico: que fuera la comunidad universitaria en su totalidad (desde los mismos administrativos hasta obviamente los estudiantes) los que elijan a su rector. O al menos, que mediante voto popular saliera una especie de terna, y que en el CSU ya eligieran al rector. Si fuera la comunidad universitaria la que eligiera a su rector, y no 6 representantes de las clases dominantes del país, y solo 3 de quienes sostienen la universidad pública (estudiantes, maestros y egresados), sería otro el panorama de las universidades públicas del país y por ende, de la educación.
No queda de más esperar su renuncia a estas alturas del partido. Estamos a escasos diez días para que muy probablemente el CSU clave una vez más a Alberto Uribe a la silla de la rectoría de la Universidad de Antioquia.
Twitter: @TiiagoMolina