“El movimiento nacionalsocialista tiene un solo maestro: el marxismo”. Ese fue el pronunciamiento hecho por el nazista Joseph Goebbels, ministro de propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945 (Kampf um Berlin, p. 19). Con esto se demuestra la cercanía inocultable entre el marxismo y el nazismo, teniendo este par de perversiones políticas un origen hegeliano, en donde el Estado es un dios.
En Alemania, en las elecciones de noviembre de 1932, el partido comunista terminó respaldando a Hitler, quien después lo ilegalizó, pero fue factor para la consolidación del nazismo. Además, otro elemento de cercanía entre el nazismo y marxismo fue el pacto Ribbentrop-Molotov, firmado el 23 de agosto de 1939 entre la Unión Soviética y la Alemania nazi (con este tratado de no agresión, firmado 9 días antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial, se repartían a Finlandia, Polonia, Repúblicas bálticas y parte de Europa oriental).
Sin embargo, la Operación Barbarroja que se inició el 22 de junio de 1941, en donde comenzó la invasión nazi a la URSS, dejó por el suelo el pacto Ribbentrop-Molotov, demostrándose el carácter traidor de las fuerzas totalitarias como en una vendetta entre bandidos. A esto se le debe agregar que León Trotski responsabilizó a Joseph Stalin por la derrota de los comunistas en la guerra civil española, siendo asesinado el promotor de la cuarta internacional en México en 1940 por orden del dictador soviético.
“He aprendido mucho del marxismo... no dudo en admitirlo”. La frase es nada más ni nada menos que de Adolf Hitler, con lo que se demuestra la admiración que los nazis sentían por el marxismo, así los comunistas no lo quieran reconocer y consideren una herejía la cercanía doctrinaria entre el marxismo y el nazismo, resaltando que el nazismo al igual que el comunismo consideraba a la lucha de clases como “el motor de la historia". Con eso en mente, se puede afirmar que el nacionalsocialismo y el fascismo tienen su fuente en el marxismo, en donde la aplicación práctica de cualquiera de los tres lleva a que el Estado asuma todos los poderes sobre los ciudadanos, quitándoles los derechos individuales.
No obstante, la secta comunista del marxismo-leninismo no ha recibido por parte de la civilización un trato de repudio igual al nazismo y al fascismo, por el triunfo de URSS en la Segunda Guerra Mundial, ya que esto le permitió al comunismo impulsar la Guerra Fría para proyectarse en diferentes partes del mundo, a pesar de su condición inhumana y perversa.
La caída del muro de Berlín en 1989, que hubiera sido la sepultura definitiva para el marxismo-leninismo en el planeta, les sirvió a Fidel Castro y a Luiz Inácio Lula da Silva para montar el foro de Sao Paulo en 1990, poniéndole un nuevo disfraz al comunismo totalitario, eso sí aprovechándose del atraso ideológico de algunos pueblos latinoamericanos, que todavía no han comprendido el carácter rastrero y pérfido del marxismo.
Pero eso no es todo. A lo anterior se le juntó el maniático de Hugo Chávez en Venezuela, quien como un nostálgico de la Guerra Fría no podía admitir la debacle del comunismo en la URSS y Europa oriental, por eso montó la parodia del socialismo del siglo XXI, que es otra mascarada marxista para engañar a nuestros pueblos, llevando a la patria de Bolívar a una situación calamitosa, que puede aliviarse un poco si cae la camarilla comunista de Nicolás Maduro.
No se puede pasar por alto que algo que identifica indiscutiblemente al nazismo y al marxismo es el terrorismo, que utiliza métodos violentos indiscriminadamente en contra de la sociedad para amedrentarla, buscando con ello fines políticos y económicos, especialmente, por ello no se debe olvidar la frase de Hitler quen decía: “Las masas necesitan de eso, algo que les cause pavor”.
Así como hay antinazismo, también debe existir el anticomunismo, pues ello es propio de la razón, porque esas doctrinas totalitarias son contrarias al humanismo. Resaltando que en el caso de Latinoamérica el comunismo totalitario es el principal enemigo de la democracia, ya que el nazismo es insignificante por su escasa presencia, mientras que el marxismo con sus diferentes denominaciones sigue engañando a pueblos, ocultándose en un discurso miserabilista con su falsa sensibilidad social.
No queda la menor duda acerca de la relación ideológica entre el nazismo y el marxismo, ya que como doctrinas totalitarias han buscado avasallar a los pueblos, por ello la democracia es el mejor antídoto para preservar la libertad frente al comunismo totalitario maestro indiscutido del nazismo.