Silence es la última película que Martin Scorsese filmará con un gran estudio de cine. La Industria está enfocada en precuelas y secuelas de los Superhéroes de Marvel o D.C Comics. La fórmula para acaparar millones la encontraron en los efectos especiales y en secuencias de 15 minutas de peleas. El estruendoso fracaso de taquilla de Silence, una película que, para colmo de males, fue ignorada flagrantemente por la Academia en los pasados Premios Oscar a pesar de ser un clásico inmediato, le ha cerrado las puertas al último maestro que le queda al cine.
Por eso Netflix ha decidido financiar The irishman, el proyecto en donde Scorsese volverá a reunirse con dos de sus actores fetiches: Harvey Keitel y Joe Pesci, además de que será la primera vez que trabaje con Al Pacino. Con un presupuesto de 120 millones de dólares, Nétflix, gracias a la tecnología, podrá mostrar a estos actores, todos setentones, como alegres veinteañeros que poco a poco irán envejeciendo.
“El cine ha muerto” dijo el maestro cuando vio los pingues resultados que había tenido su épica jesuítica. Las pérdidas se calcularon en los 40 millones de dólares. Scorsese siempre ha tenido problemas de taquilla. Su condición de autor no le permite hacer concesiones. New York, New York, Toro Salvaje o La última tentación de Cristo son obras maestras fundamentales en los últimos cuarenta años del cine norteamericano. Ninguna de ellas tiene un final feliz y lo pagó caro en la taquilla. De todos los cineastas del Nuevo Cine Americano de los setenta, Scorsese y Spielberg son los únicos que se mantienen activos. El Italoamericano se ha mantenido gracias, únicamente, a su prestigio como autor.
En este siglo Scorsese se ha marcado varios éxitos de taquilla y crítica. Pandillas de Nueva York, Los infiltrados y el Lobo de Wall Street tuvieron su público. Pero el autor de Taxi Driver quiere contar sus historias con la libertad que alguna vez tuvo y es por eso que renunciará a las salas comerciales de cine para acariciar la libertad que le otorga Netflix.
El cine, que soportó los embates de la televisión, ahora se enfrenta a su peor enemigo: las plataformas de internet. Ya no solo es un negocio para el espectador ahorrarse el trabajo de pagar una boleta de cine sino que, desde la comodidad de su casa podrá ver el estreno las obras maestras de un mago como Martin Scorsese quien, con conocimiento de causa, ha dado su sentencia: “El Cine ha Muerto”. Al menos para él esto es una realidad absoluta, a sus 73 años no tendrá que pasar su totuma como si fuese un mendigo y no el último maestro vivo de la cinematografía mundial.