El avión presidencial FAC 001 despegó de Catam el 27 de octubre de 2014 con el presidente Juan Manuel Santos, la primera dama, sus hijos y un vagón cargado de periodistas. La primera escala era en Madrid donde se iniciaba una gira por cinco países de Europa para recolectar fondos para el proceso de paz. En las primeras horas del vuelo Martín Santos fue un par de veces a la zona donde estaban los medios y se sentó con ellos. La conversación giraba en torno a la buena gestión de su padre en la presidencia y del proceso de paz como el logro más grande jamás alcanzado en Colombia.
Una charla en la que algunos de los jóvenes reporteros sintieron que Martín Santos les insinuó, además, que era un privilegio para ellos acompañar a la familia presidencial a su visita a los grandes Palacios de Europa.
En la primera noche en Madrid un fotógrafo de la emisora F.M sorprendió a Martín tomado de la mano junto a su novia. La escena personal en el marco de un viaje oficial llamó la atención del reportero que decidió disparar su cámara. Martín, molesto, se levantó de su asiento y frente a los demás periodistas encaró al reportero “Acá no lo trajimos a esto”, le recordó acentuando su posición de poder.
Los que lo conocen coinciden en que Martín tiene poder en las decisiones que se toman desde el alto gobierno.
Siempre presente en los eventos oficiales que preside su padre y con un roll activo en los periplos que hace el presidente por el mundo para cumplir con su agenda diplomática. Pero, aunque desde que se graduó de derecho en los Andes ha proyectado un perfil ejecutivo desde la dirección de la Fundación Buen Gobierno desde la que su padre ha apalancado su carrera como funcionario público, en algunos casos, a Martín se ha ido la mano.
En vísperas al partido que jugaría Colombia contra Brasil, por los cuartos de final del Mundial, el hijo del presidente protagonizó un escándalo que causó furor en redes sociales pero pasó sin mayor cubrimiento en algunos medios de comunicación. Nadie se puso de acuerdo si el zafarrancho que armaron, en un lujoso restaurante en Río de Janeiro, Yamid Amat Jr, Manolo Cardona y su cuñado Martín, fue por opiniones políticas o por un incidente relacionado con la actriz Carolina Guerra. El caso fue que volaron platos, patadas y puños.
Preocupado por las consecuencias que podría acarrearle al Presidente Santos, quien recién había sido reelegido, Martín llamó al periodista Néstor Morales de Blu radio y le contó que el incidente sólo había sido una discusión entre amigos que se habían pasado de tragos, versión contrario los registros fílmicos que circularon ampliamente en redes sociales.
Un año después, mientras se entregaba la casa 100 mil del gobierno Santos en el conjunto residencial Beatriz Linares, Martin Santos vio a Nicolás Galindo Linares, hijo de la mujer quien murió de cáncer en y que realizó una labor impecable desde la agencia para la superación de la pobreza, lo tomó del brazo y le dijo al oído “Doña Beatriz se tiene que estar revolcando en su tumba”. El cuerpo de seguridad presidencial impidió que Galindo se abalanzara contra el hijo del Presidente.
El año pasado recibió una reprimenda por parte de la Fundación para la Libertad de Prensa al insinuarle a la directora de Las 2 orillas, desde su cuenta de twitter, que debería expulsar a uno de sus periodistas por preguntar por el uso de uno de los aviones del palacio de Nariño. La Fundación por la Libertad de Prensa le recomendó al hijo del presidente no usar su poder para intervenir en las decisiones editoriales de los medios de comunicaciones y le recordó su responsabilidad como figura pública.
Es probable que al estar tan cerca del poder, Martin haya cambiado su carácter.
Cuando empezó el primer mandato de su padre trinó: “En este gobierno los hijos del presidente no se meterán en temas de gobierno”. Sin embargo, el 13 de abril del 2012, se dio el lujo de recibir a Barack Obama en Cartagena, cuando el presidente estadounidense asistió a la Cumbre de las Américas y recién su padre empezó su segundo mandato, Martin asumió la dirección de la Fundación Buen Gobierno, acompañando a Juan Manuel a todas las giras en las que participó activamente de la agenda presidencial.
Mientras hacían la gira, la oficina de comunicaciones de Palacio, no tuvo la prudencia de presentarlo como parte de la delegación oficial.
Su última salida fue apropósito de la marcha que preparan los uribistas contra el proceso de paz y las Farc. Martín compartió en su cuenta de twitter una serie de trinos en los que se afirmaba que el Centro Democrático estaba pagando $20 mil pesos y un tamal por asistir a la manifestación del próximo dos de abril. Lo que no tuvo en cuenta Martín es que se trataba de unas afirmaciones falsas hechas desde una cuenta anónima y falsa.
A sus 27 años Martin ha demostrado que se siente cómodo en el poder. Por eso es casi seguro que sobre él recaerá la responsabilidad de que haya una tercera generación de Santos mandando en Colombia. Los años le darán el aplomo que necesita para pensar antes de actuar, para evitar caer en la tentación de insultar a su tío Pacho en twitter, desafiar a un líder estudiantil sólo porque no estar de acuerdo con el presidente, o protagonizar un escándalo en un restaurante en Brasil.