Lo único que tienen es que, de manera indirecta saben que este nuevo experimento apesta, y medio lo advierten en el programa. Pero no es suficiente. Hace 2 años los vi en el teatro, y la verdad me impresionó cómo fueron capaces de semejar algo tan viejo de una manera tan nueva, sin que uno se lamentara cada segundo de haber creído en su renacer.
Pero esta nueva versión es lamentable. Qué depresión de producción. Ese cuento de burlarse de su realidad en la pantalla esta vez no los salva. Es de las peores producciones que se pueden ver, con la calidad de un gomoso de 11 grado. Desde el planteamiento desentona: ¿1 hora? Ya por no mencionar el concepto de cámara: un pelado recién egresado (como yo) que se las da de re innovador haciendo zoom in, zoom out, un poco más out… Firma, bájale.
El segundo capítulo es más pegado a su origen, pero es aún un poco más hostigante. Intentan seguir con ese me importaunculismo, con esa forma de ser atravesados, pero son la misma cosa que critican: predecibles, libretiados, oscuros, enlodados. Ese baile para cerrar el segundo capítulo da es como para cancelar el puto programa.
Un programa re básico, re pastoso, que literalemente hiede al desespero de plata o de desocupe. En una época fueron demasiado necesarios, hoy de verdad sobran. Son como ver al hijo de Diomedes cantar las canciones de su papá. Vergonzoso, así de alguna manera les guste escuchar eso, o por lo menos les llene de gasolina para esa falsa ironía. Ya no son irreverentes, ya se parecen es a Vicky Dávila intentando ser youtuber.
PD: Y tiene más carácter un islandés en un bautizo que Daniel Samper en televisión.