Hoy, pues, con devoción me inclino a escribir sobre una poeta que debe ser conocida por todo el público tanguero, ya que tiene a la mano la metáfora, la reflexión, la nostalgia del ayer, las calles y Buenos Aires, y todo lo que le sugiera poesía.
Para mí sigue siendo una sorpresa grata que las mujeres dedicadas a la escritura tengan acogida hoy en el mundo del tango particularmente, y lo digo porque es de tango de lo que hablo, y porque a lo largo de su historia han sido escasas las letristas, así que en estos últimos tiempos se han abierto espacios para que su poesía sea cantada y sus composiciones aparezcan en los más importantes atriles.
Cosa rara es esto de la dificultad que han tenido las mujeres para su aparición en el panorama de las letras cuando se sabe que la autora de la primera obra literaria de la historia es una acadia, la hija del rey Sargón de Acad, Enheduanna se llamaba y era sacerdotisa en el siglo 23 a. C, escribía en prosa y también usaba el verso en el escenario de la Mesopotamia de ese entonces. Ahora, para no llenar este espacio de nombres porque hay varios, quiero recordar a Corina de Tanagra, quien según Pausanias venció al poeta Píndaro en varios certámenes (1), también Plutarco habla del mismo evento, lo mismo Eliano y la Suda (2). Hay otra más cercana a nuestro tiempo y territorio, y es sor Juana Inés de la Cruz, considerada la décima musa cultora del teatro, la lírica y la prosa.
Recogiendo el tema del poema invitado y celebrando la presencia de esta letrista, quizá podamos pensar que el malvón es una planta desconocida para nosotros, lo que pasa es que aquí se le llama geranio y los hay de distintos colores adornando patios, macetas y balcones. En una alabanza por su permanencia en la primavera la poeta le atribuye poderes mágicos a lo largo de su lírica, veamos:
“...Siempre madurando junto a mí,
con cada primavera,
trepada en el balcón;
bebo de tu pétalo dulzón
el néctar del adiós,
no puedo estar sin vos (...)”.
Cualquier día escuché a alguien hablar sobre la melancolía y muy sabiamente la definió como “el néctar que los dioses dan a los vencidos”, y lo recuerdo precisamente con estos versos que acabo de leer y que pueden tener el color de la flor, “el verde de crayón” o el gris del adiós.
Ahora tengo una confesión de cuando leí su poemario. Si no hubiera sabido que era artista de este tiempo, hubiera creído que sus poemas anidaban justo en la época dorada de los grandes letristas, sobre todo cuando tuve en frente mío “y en la intimidad de mi canción/un duende soñador soltó su voz” y los imaginé cantados por Charlo.
Pienso además que la alegoría a la juventud es alumbrada cuando el poema se abre con los versos:
“¡Tierna, temblorosa y juvenil;
las manos blandas, puras,
viniste a mi jardín (...)”.
Yo diría que hay un acercamiento a Homero Expósito no solo en lo tierno y apacible de las manos: las manos blandas; sino en la invitación que se hace al jardín para que participe en la estrofa, como si lo blando y el jardín y lo blando y el agua, después el adiós, llegaran hasta un sendero de naranjos en flor. Si se admitiera este argumento sería para encontrar la influencia del bardo en esta creación de Marta Pizzo.
Agrego algo a su perfil que he tomado de las notas que escribiera Ricardo García Blaya sobre esta artista nacida en La Matanza (Buenos Aires), Argentina: “Como letrista de tango, contó con la colaboración de importantes músicos, Emilio de la Peña, Daniel García (Danga) y otros. En agosto de 2007 presentó su libro Puerto palabras y al año siguiente ganó el primer premio, en el concurso “Por una Argentina que Cante”, organizado por SADAIC, con el tango Cada espera es un adiós y fue mención de honor en el certamen “Hugo del Carril” por el tango Un viento azul, además, obtuvo el Primer Premio en el XII Certamen de Tangos “Hugo Del Carril” (2004) por el ya mencionado Magia de malvón, ambos con música del maestro Quique Rassetto”.
Cada cual pensará en seguir la creación de esta importante mujer que tiene obras de la mejor calidad, cito Me falta todavía una poesía , con una línea que cuenta “algún cuaderno en blanco se durmió”, infaltable en esta lista es el homenaje a Mercedes Sosa en Pañuelos de octubre, y las palabras a su memoria: “Bandera militante de la paz,/cigarra peregrina, barro y pan”, en fin; yo en cambio sigo en grata compañía, mientras retumba en mi biblioteca con música de Quique Rassetto y en la voz de Walter Larroquet la copla:
“Vi jugar la tierra entre mis dedos,
pude darle vida a tu ilusión
y en tu simple magia de malvón
quedó mi corazón
de niño que ayer fui (...)”.
(1) Lírica griega arcaica (Poemas Corales y Monódicos), Madrid, 1980: Adrados sitúa a Corina a finales del siglo VI y comienzos del V, por lo tanto hace a la poeta contemporánea de Píndaro.
(2) Suda, es una enciclopedia bizantina escrita en griego.