Marta Lucía Ramírez, la tenacidad de una mujer de clase media

Marta Lucía Ramírez, la tenacidad de una mujer de clase media

La candidata por el Partido Conservador que logró el tercer puesto con cerca de 2 millones de votos cuenta en sus propias palabras la trayectoria de una vida hecha a pulso.

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mayo 25, 2014
Marta Lucía Ramírez, la tenacidad de una mujer de clase media

A diferencia de otros candidatos, herederos de grandes fortunas o apellidos de rancio abolengo político, hijos, nietos, bisnietos del poder y el privilegio, yo soy una colombiana que lo que ha logrado en la vida ha sido por mérito, trabajo, tenacidad y el ejemplo de honestidad que recibí de mis padres.

Vengo de una familia de clase media, estudié y pagué mi universidad con un crédito del Icetex, no he heredado capitales ni apellidos políticos, solo una inquebrantable rectitud de mi padre y mi madre con su ejemplo de vida.

Por eso he hecho de la lucha contra la corrupción el eje de mi campaña, porque la corrupción que destruye a Colombia no es solamente la que le hace el quite a la ley, sino también la que está enquistada en el sistema, con las palancas, las roscas, los privilegios heredados y las maquinarias políticas aceitadas con mermelada que se pasan el poder de cabeza en cabeza dentro de una misma familia, mientras millones de colombianos se someten a paseos de la muerte en hospitales, encuentran el horror y muchas veces la discapacidad en minas antipersonas por las veredas de Colombia, o ven a sus niños reclutados para ser utilizados como bombas humanas del terrorismo.

Por eso, a pesar de que sueño con un país en paz para mi hija como cualquier madre de Colombia, estoy convencida de que la reconciliación no llegará si los colombianos no hacemos de esta elección la oportunidad para que la guerrilla demuestre su verdadera voluntad de paz, comprometiéndose a sacar a los niños de la guerra con verificación internacional, para que los diálogos de La Habana sean más que un show mediático.

Si las Farc no están dispuestas a hacer esta concesión, nunca entregarán las armas, ni se desmovilizarán, ni renunciarán a 15 mil millones de dólares anuales del negocio del narcotráfico, ni entregarán a sus contactos con carteles mexicanos e internacionales, todo este proceso no habrá sido más que una pantomima para reelegir al presidente Santos, una farsa para lograr oxígeno y pantalla como interlocutor del Estado colombiano, en lugar de lo que ha sido hasta ahora: el cartel productor de coca más importante del mundo, considerado una organización terrorista por Europa y Estados Unidos.

Si una mujer recibe una propuesta de matrimonio de un hombre, pero éste se niega durante años a fijar una fecha para la boda, esta mujer tiene derecho a pedirle que le fije una fecha cierta o a poner fin a esa relación. Quizás haya quienes insistan en que si lo hace, perderá a ese hombre. Pero la vida me ha enseñado que el miedo no es un buen consejero para las grandes decisiones. Todo ser humano merece respeto y ser tomado en serio, no utilizado como un idiota útil. Si las Farc en realidad quieren la paz, no podrán negarse a sacar a los niños de la guerra. Es lo menos que pueden hacer. Y si se niegan a hacerlo, es porque jamás quisieron un acuerdo de paz.

Este domingo Colombia tomará una decisión, la decisión más importante de su historia. Escogeremos entre más de lo mismo, devolviendo el país al pasado de la politiquería, la recriminación, la guerra sucia y la mentira, o escogeremos un nuevo futuro para Colombia, donde la paz sea tomada y negociada en serio, no como un engaño publicitario para aprovecharse del anhelo de paz de los colombianos, o del dolor y la rabia por el baño de sangre que han dejado las Farc en medio siglo de actuar en Colombia.

He propuesto por eso cinco pactos, por la seguridad, la educación, la justicia, la salud y el empleo. Con un impulso fundamental en los ejes de lucha contra la corrupción, y por el emprendimiento para hacer de Colombia un país de pequeños y medianos empresarios, no solamente de asalariados, sino también de creadores de empleo en el agro, en la industria, y en una minería ambiental y socialmente sostenible.

Voy a crear a una Colombia donde cualquiera pueda alcanzar sus sueños. Y donde cualquiera, incluso una niña cuya madre fue una secretaria y cuyo padre trabajó en una fábrica, pueda algún día llegar a ser presidenta de Colombia

El video autobiográfico de su campaña recoge aquellos momentos de la vida de Marta Lucia Ramirez en los que logró vencer la adversidad.

https://www.youtube.com/watch?v=8UQbTh4Gfm8

-       Cuando de pequeña le decían que una niña de familia trabajadora nunca podría llegar lejos, se esforzó por lograr todo lo contrario

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-       Cuando iba a abrir la cuenta del banco y le decía que sus padres no tendrían como pagar los estudios universitarios, su madre consiguió préstamos y Marta Lucia trabajó personalmente para pagar sus estudios y ser una profesional

 

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