La primera victoria de Nairo Quintana en el Tour de Francia, en el 2013, un 20 de julio, día de la independencia, la lloramos gracias a Georgina Ruiz Sandoval. Éramos los mejores del mundo gracias a esa voz tan original, tan brillante, tan exquisita. Uno con Goga aprende de ciclismo. Por eso yo prefiero aprender de los de Caracol, de Santiago Botero, que estremecerme artificialmente con los gritos destemplados de Sabato.
Sabato en el 2014 empezó a hacer famoso en Colombia. Él en esa época narraba el Giro mientras a Goga le correspondía Tour. Gritó tanto el argentino, demostró tanto dizque amor por Colombia, que acá me imagino que se escribió una y otra vez a Buenos Aires para decirle a ESPN que corriera a Goga. Caracol tuvo su momento de sensatez y la trajo a narrar a Colombia. Sin embargo la gente ve más ESPN que Caracol porque la gente, en este país, no tiene criterio para las cosas que consume.
Sabato es importante para la afición porque justamente lo que busca es eso, busca conseguir adeptos a un deporte que, fuera de Colombia y Ecuador, no tiene tradición ni fanaticada en Latinoamérica. Lo que pasa es que para hacerlo tiene que rebajarse casi a la bobada. En esas etapas largas lo único que hace es hablar y hablar bobadas con su otro amigo argentino. Cuando interviene Victor Hugo Peña la cosa se compone, uno aprende más.
A punta de ese carisma Sábato le movió la butaca en Espn a la gran Goga. Mejor para nosotros, la tenemos en Colombia.
Pero Goga para los fanáticos reales de ciclismo, los que sabemos, si va ser mucho mejor que Sábato. Por eso me parece que este año Caracol, visto en TBT, le está ganando el pulso de lejos a ESPN.