Es el primero en llegar y el último en irse de su fábrica en Bogotá. Está al corriente hasta del último detalle y se remanga al lado de los empleados con quienes comparte a jornada, los anima y almuerza el sencillo menú del dia, igual para todos.
Su hijo Lorenzo, quien será el heredero, está a a la cabeza del diseño para asegurar seguir a la vanguardia. El exitoso empresario entró e confianza con Julita Barreto y le abrió el corazón. Un hombre lleno de humanidad quien no se contiene y deja salir sin remilgos la tristeza que guarda por la ausencia de Olga Lucía, su esposa y compañera de todas las horas, a quien extraña cada dia más. Aquí está el Mario Hernández, de carne y hueso.
|Le puede interesar:
“Aquí estoy y aquí me quedo”, Mario Hernández no le tiene miedo a Petro