Marihuana legal: una medida nefasta para Colombia

Marihuana legal: una medida nefasta para Colombia

Lo dice el reconocido doctor Miguel Bettin, quien en esta nota da las razones del grave error que están cometiendo los congresistas al darle vía libre al consumo

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junio 16, 2023
Marihuana legal: una medida nefasta para Colombia

Esta semana será aprobado el consumo, la venta y la distribución de marihuana en Colombia. Habrá venta de marihuana en dulces, gomitas, en aceites y en otras presentaciones cerca de los colegios y las universidades, en las inmediaciones de los preescolares y seguramente también en los parques y demás lugares públicos donde estarán familias con niños, y digo seguramente porque si se ha hecho hasta hoy, cuando la policía todavía no estaba acobardada y podía evitarlo soportada en la ley, hoy día, cuando esta acorralada y humillada y ahora sin normas claras, sí que menos.

La aplastante máquina económica detrás de la marihuana apoyada en algunos congresistas que por mi práctica profesional supe en su momento padecedores de los mismos síntomas de cualquier adicto (robos, agresividad, fracasos académicos, etc), pero que hoy curiosamente ocultan o niegan esa parte de su paso por la marihuana y en cambio solamente enaltecen el supuesto uso romántico y feliz de la sustancia en otro tiempo, pero que sin embargo no obstante “lo felices que eran” extrañamente abandonaron. Será quizá que hasta ellos habrá llegado el largo brazo de la novel industria marihuanera que ya cotiza en bolsa?

Se aprobará el consumo libre de la marihuana en un país en el que no se invierte un solo peso en prevención, en el que cada día más niños nacen en condiciones de vulnerabilidad, es decir; en condiciones de posibilidad para destrozar su desarrollo humano y exponerlos a situaciones de violencia contra sí mismos y los demás. Son niños y jóvenes sin presente y sin futuro, para los cuales la felicidad y obviamente la paz, esa manida palabra, tergiversada por los políticos de todos los pelambres, será un imposible.

Y no es que quienes creemos que esta es una medida demasiado apresurada y nefasta seamos anacrónicos o retardatarios o antiprogres o de derecha. No, es que entendemos que es una medida inadecuada y apresurada cuando se promulga supuestamente porque cada cual puede hacer con su vida lo que quiera y como método para evitar la violencia. Es porque se hace en un país donde no se invierte un peso en el contrapeso para el consumo, es decir; en un país donde en realidad de verdad no existe una política pública de prevención frente al consumo de drogas. Es porque se implementa en un país en el que millones de niños se acuestan habiendo comido una comida al día, en el que miles de miles crecen sin acueducto y alcantarillado y no asisten a la escuela, en el que cada día más adolescentes y niños se están suicidando, es decir en un país donde la mayoría de sus niños y jóvenes crecen en durísimas condiciones de vulnerabilidad.

Pero es además por qué se implementa en el país, Colombia, primer productor de cocaína del mundo, también con alta producción de variedades de marihuana de alta pureza, en el que no son mayores los niveles de consumo y adicción en niños y jóvenes porque nuestras madres y abuelas, muchas cabezas de hogar, prodigan amor por doquier.

Esta aparentemente bondadosa industria, que lo cura casi todo, pero que no lo es -se le ven las grandes orejas- se ha venido encargando de aumentar la potencia psicoactiva de la marihuana. Mientras que hace 3 décadas las concentraciones THC (el principal componente psicoactivo y causante de la adicción) eran en promedio del 3.7%, hoy en día algunas variedades de marihuana, alteradas genéticamente, tienen concentraciones superiores al 8%. Lo anterior no tiene otro objetivo que aumentar la clientela, y eso se hace ganando adictos a la sustancia, y ello es mucho pero mucho más probable si las concentraciones de THC son superiores.

La marihuana, al igual que el orégano, la hierba buena, el boldo, la caléndula, la hierba de san Juan y de centenares de otras hierbas, de flores y frutos que hay en Colombia con algunas propiedades curativas, también las tiene, pocas por cierto. Es absolutamente desproporcionada la parafernalia que se ha creado y organizado alrededor de sus poderes curativos, explicable solamente por los intereses económicos de la poderosa e imperialista industria marihuaneril que se aprovechó de las corrientes postmodernas que animadas por el antipoder que les es inherente han resucitado y aplicado de mala manera el slogan del hippismo de los 60 prohibido prohibir.

Veo con enorme tristeza hoy día en Colombia, pero también con indignación y rabia, las filas de viejitos con padecimientos de cáncer y de otras enfermedades terminales, sufriendo esas crueles y enormes esperas en los sitios de venta de marihuana medicinal donde les han prometido de forma indolente que los curarán.

Esa parafernalia bien financiada se ha encargado que crear una narrativa de postverdades alrededor de la marihuana, que de manera mezquina y ruin, busca sencillamente engordar los bolsillos de los dueños del negocio, sentados o recostados en los cómodos sillones de sus autos o yates, lo mismo en Toronto, que en Cholón.

Algunos de esos nuevos ricos con el negocio de la marihuana, paradójicamente han llegado a mi consultorio de la clínica de adicciones donde trabajo, adoloridos e infelices porque alguno de sus hijos está hundido en la adicción cannabinoide.

El uso de marihuana puede ocasionar un consumo problemático y convertirse en una adicción. Se calcula que el 30% de quienes la empiezan a usar, tendrán un consumo con problemas. Quienes empiezan a usarla antes de los 18 años, es decir; más del 90% de los que la llegan a consumirla, aumentan los riesgos de desarrollar problemas entre cuatro y siete veces.

A las personas que consumen marihuana frecuentemente, el cerebro se les sensibiliza y adapta a la sustancia –como a cualquier otro adicto- y presentan cambios en el estado de ánimo, se tornan irritables, tienen dificultades para dormir, anhelos permanentes de consumo, y la persona no puede abandonarlo, a lo cual se refiere como; no he dejado de hacerlo porque no he querido, no veo por qué hacerlo, etc. Las personas con consumo habitual y obviamente adictivo de marihuana por años, suelen sentirse muy tristes, refieren con la honestidad que provoca la intimidad de un consultorio de experto, y no con la deshonestidad con la que se habla en público del asunto , que sienten que han perdido sus vidas, que sus vidas han sido un desperdicio, que han empezado muchas cosas y han terminado muy pocas o ninguna, que miran hacia atrás y sienten no haber vivido, que han vivido sin emociones, que han sido infelices.

Desde esta semana seremos entonces un país del primer mundo en materia de legislación sobre la marihuana, “que esnobismo, que maravilla, que vanguardismo”. Pero seguiremos siendo uno de los países con mayor pobreza y desigualdad en el mundo, con una niñez y una juventud con menos oportunidades y de las más expuestas a la violencia, las drogas, y a morir en todo el planeta

Algunos gurús con disfraz de doctos, pero sin formación verdaderamente científica parecen estar detrás de esta nueva ola, seguramente pagos por la industria de las drogas, impulsan discursos reduccionistas del daño y de lo “fácil” que es autoregular el consumo de drogas, son sólo mercaderes.

A la legalización, o a la regulación como eufemísticamente prefieren llamarla los vergonzantes impulsores de la primera, habría que haber llegado, sin haber claudicado en el desarrollo por algunos años de una verdadera política pública de prevención y atención, esa que han buscado que no se haga los impulsadores del consumo sin talanqueras, encubierto en el discurso de la postverdad del autocontrol.

Nadie debió ir nunca a la cárcel por consumir drogas y tampoco por ser un pequeño vendedor. Habría que haber implementado otras medidas educativas y de salud para ello, pero con seguridad la solución no será ahora en este país la legalización.

*Ph.D. Magíster en Drogodependencias

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