Mariana Pajón corrió estas olimpiadas de Tokio con varias lesiones encima. A sus 29 años ya se nota el trajinar y hay un desgaste que se siente. Si esta competencia se hubiera realizado en el 2020 como estaba planificado, Mariana difícilmente hubiera conseguido subir al podio. La rotura de los ligamentos de su rodilla la postró buena parte del año de la pandemia. El COVID al aplazar los juegos terminó beneficiando a Mariana quien se constituyó en el primer deportista colombiano en ser medallista en tres olímpicos diferentes.
Mariana, además de sus problemas físicos, tenía otro tipo de tribulaciones: es que viajó a Tokio pensando en las amenazas de muerte que había recibido en los días previos a su viaje, todo por la convocatoria de su esposo, el francés Vincent Pelluard, quien tuvo una decorosa presentación en Tokio 2020 llegando a semifinales.
Pajón sabía que en un país que asesina a sus ídolos corría peligro. Solo bastaba ver los destinos de Andrés Escobar o Palomo Usuriaga. Sin embargo se logró aislar mentalmente y a pesar de la agresión e ingratitud lo primero que hizo al llegar a meta con la medalla puesta fue arroparse en la bandera.
Al finalizar, en diálogo con Caracol Televisión, Pajón afirmó que Colombia es una olla de presión, que lo perdona todo y entre lágrimas dio a entender que piensa un nuevo reto: pasar del BMX al ciclismo de pista. A sus 29 años todavía puede alcanzar cualquier sueño.
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