María José Pizarro: hija de la insurgencia

María José Pizarro: hija de la insurgencia

Este año se cumplen 25 abriles sin Pizarro. María José tiene 37 años y una hija preadolescente. Su rostro refleja la calma de quien ha cicatrizado heridas

Por: RAFAEL ENRIQUE MEJÍA GÓMEZ
octubre 21, 2016
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María José Pizarro: hija de la insurgencia

María José Pizarro tenía 12 años cuando mataron a su papá. Estudiaba en el Liceo Francés y usaba otro apellido. Llevaba años viajando, viviendo en clandestinidad. La dejación de las armas y la firma de los Acuerdos de Corinto, en 1990, significaron un período de calma y “normalidad” en su vida.

Ella y los suyos temían ser encontrados por organismos de inteligencia, así que se escondieron, algunas veces ella sola, en Cuba, Francia y Ecuador. Su cruz fue ser hija de su padre: en esta guerra los niños son el vehículo para llegar a los máximos comandantes.

Cuarenta y cinco días después de abandonar las armas, Carlos Pizarro, Excomandante General del Movimiento 19 de Abril (M-19), fue asesinado en pleno vuelo comercial, durante su campaña presidencial. La pequeña María José y su familia tuvieron que exiliarse otra vez. Pilar Lozano escribió: “Cinco minutos después del despegue, un hombre joven, que se sentó justamente detrás de Pizarro, se levantó de su asiento, fue al cuarto de baño, recogió allí una metralleta y regresó para disparar todo el cargador del arma sobre el dirigente de izquierda. El sicario murió bajo las balas de los guardaespaldas que acompañaban a Pizarro”.

La noche del 25 de abril, un día antes del asesinato, María José y su familia cenaban en un restaurante junto a los amigos de Carlos. Al otro día, en el colegio, el director de primaria la llevó a su oficina. Cuando  abrió encontró a dos mujeres llorando: eran la esposa de Álvaro Fayad y su madre. No tuvieron que decirle nada más: su padre había muerto.

En 2001 la editorial Oveja Negra publicó Mi confesión, una autobiografía de Carlos Castaño, excomandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en la que se acepta culpable de planear los pormenores del asesinato de Carlos Pizarro, y además, la presunta complicidad de miembros del D.A.S.; por otra parte, el Coronel Luis Villamarín, analista de asuntos estratégicos, dice que existe otra hipótesis: fue uno de los escoltas quien disparó el tiro de gracia después del cañoneo del sicario.

El peligro mortal que corría Pizarro era latente. La noche anterior a su muerte, en el restaurante, el ‘Comandante Papito’ habló con su hija menor y le dijo: “A mí seguro me van a matar muy pronto: por favor no me olviden”. Y ella no lo hizo.

A los 18 años María José emprendió un viaje por Colombia y parte de Suramérica. Se fue buscando comprender las causas que llevaron a sus padres a empuñar las armas. “Quería vivir desde adentro ese mundo contra el que ellos se habían rebelado. La pobreza cuando te toca es distinta a cuando es una pobreza por elección. Yo la elegí y busqué saber qué había pasado con mi historia y quería saber cuál era el mundo que les producía tanta incomodidad como para tomar las armas”. Durante ese viaje se embarazó de Maya, su única hija, y adoptó a Libertad: una perra que vagaba por las playas de Taganga y que la acompañó en su travesía.

Luego de viajar seis años María José llegó a Barcelona; Maya tenía dos años. Después de ‘rebuscarse’ la vida repartiendo volantes, limpiando casas y cuidando niños, decidió estudiar diseño de joyas en la Massana. Su proyecto de joyería, Ya vuelvo, es un camino a la memoria, a la de su padre, donde fusiona historia y estética: es la recopilación de lo que sobrevivió a los allanamientos de los militares: cartas, fotos, libros.

A saber: el 11 de septiembre de 1973, Carlos Pizarro Leongómez desertó de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dejando su uniforme doblado, su arma de dotación y una nota que decía: “Ya vuelvo”. Un año después el M-19, ahora con Pizarro en sus filas, robó la espada de Bolívar.

Después de montar una web y una exposición en Catalunya, María José regresó definitivamente a Colombia. Cuando llega descubre que el Estado no ha hecho nada con el caso de Carlos. Ella revive el proceso y lo lleva ante la Comisión Colombiana de Juristas, donde es declarado crimen de lesa humanidad. Aún hoy el asesinato de Carlos Pizarro Leongómez sigue impune.

En el marco de la pasada Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBO) María José presentó De su puño y letra, un libro que reúne las cartas enviadas por Pizarro a ella y sus familiares. La antología epistolar está dedicada a los hijos de la insurgencia armada en Latinoamérica: “Hemos tenido infancias anónimas, identidades diferentes, intentando entender la lucha con profundas soledades”.

Este año se cumplen 25 abriles sin Pizarro. María José tiene 37 años y una hija preadolescente. Su rostro refleja la calma de quien ha cicatrizado heridas. Su visión también es la de su padre, pero su arma es la memoria. La memoria es política, hace lucha desde distintos campos.

María José ya no riñe con su historia. Esta marcada en su memoria la personalidad tranquila y amorosa de su padre, su buen estado físico, su aroma y su pronunciada manzana de Adán. Aún más que lo anterior, destaca entre sus recuerdos la capacidad de Carlos de reinterpretarse cada día; lo recuerda como un hombre profundamente conmovido por Don Quijote, que no se ligaba a doctrinas y que leía desde novela histórica hasta ficción. “Sí, soy hija del comandante guerrillero. Soy hija de la insurgencia, de la paz”.

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