No es nuevo conocer acerca de las opiniones de la señora María Isabel Rueda. Esta sexagenaria periodista no se ha cansado de estilar a lo largo de su trasegar profesional opiniones condenatorias hasta el punto de hacer perder su trabajo a otros colegas como Jorge Gómez Pinilla. A este periodista Semana.com le pidió su renuncia luego de que él publicara en esa revista el artículo María Isabel Rueda y su fábrica 'mala leche' en noviembre de 2014. Allí Gómez Pinilla aseveró “… ella se cree con impunes atribuciones para juzgar y condenar desde sus tribunas de opinión, sin que nadie se atreva a juzgarla por sus temerarias acusaciones…”. Además, afirmó el columnista que la señora Rueda trabajaba más para la política que el periodismo colombiano.
No es de extrañar que en lugar de hacer un periodismo investigativo, su capacidad mental solo le alcance para la especulación y ser un instrumento servil de la política dominante y corrupta. Para eso le pagan. Qué más se puede esperar de quien quema sus pestañas escribiendo una columna como Epílogo de Petro y la chuspa, publicada el 9 de diciembre[1], en el periódico El Tiempo.
En esta califica a la Colombia Humana y demás organizaciones políticas de izquierda y centroizquierda de ser una secta, y le extraña cómo Petro luego del video grabado por el Sr. Montes recibiendo 20 millones de pesos del Sr. Vélez, dinero que declaró Petro en las cuentas ante el Fondo Nacional de Campañas Electorales del Consejo Nacional Electoral, no cae… Pero sí se cae por su peso el deseo de ver a Petro en la cárcel, el desconcierto que ella esgrime al no vernos derrotados, al ver cómo miles de colombianos creen en él, al ver cómo esa cortina de humo para silenciar el debate sobre Odebrecht, donde están involucrados los corruptos que han saqueado a este país por más de 200 años, no murió allí, la comunidad internacional está pendiente de lo que aquí ocurre.
Si en otros países han caído expresidentes, dirigentes políticos y empresarios, Colombia no debe ser la excepción. La gran diferencia es que nos estamos enfrentando a los dueños de este país, al Sr. Sarmiento Angulo, sobrino de José Antonio Cabrera Sarmiento “Chepe Cabrera”, precursor del narcotráfico en Colombia, detenido y condenado en Estados Unidos por ese delito. El Sr. Chepe Cabrera Sarmiento escapó 3 veces de las cárceles gringas y se le llamaba el Houdini colombiano.
Y no se queda atrás la Sra. Rueda, su hermano Miguel Rueda es uno de los que desfalcó a Saludcoop y no le importó jugar con la vida de miles de colombianos, un ladrón de cuello blanco de quien medios de comunicación poco han dicho, y quien es además esposo de Nancy Patricia Gutiérrez, ministra del gobierno de Duque investigada por su presunta relación con alias “el pájaro”, paramilitar en Cundinamarca, y otras investigaciones que la vincularon con sacar beneficio de las chuzadas del DAS.
El prontuario de estos personajes es largo. No terminaría de escribir hoy sobre ellos. Pero en lo que sí hago énfasis es en el ávido deseo de la derecha, centroderecha y la clase corrupta de este país en su decisión de acabar con Gustavo Petro y de paso con la esperanza de cambio en este país. A Gustavo Petro no lo pueden matar, sería un mártir, y como él, saldríamos a defender a Colombia millones de ciudadanos cansados de la miseria y la exclusión social.
[1] Un 9 de diciembre de 1824, Antonio José de Sucre coronó para Colombia las armas del glorioso ejército unido libertador en la planicie de Ayacucho. Y se sella el camino definitivo para la expulsión total del imperio español.