Los contenidos de los medios de comunicación cada vez están más dominados por el periodismo farandulero, carente de rigor y profundidad.
La columna de María Isabel Rueda, Ladró el lap dog, publicada el domingo 5 de mayo en El Tiempo, abre un debate sobre la calidad del periodismo en Colombia.
Se le fueron las luces y pisoteo la dignidad del canciller encargado Luis Gilberto Murillo, un funcionario que representa a la población negra que históricamente ha sufrido todo tipo de segregación y por siglos rezagada de la pirámide del poder en Colombia.
María Isabel Rueda, se ha caracterizado por escribir con la arrogancia de esa élite bogotana que siente nostalgia de haber perdido el control del poder en el país.
Detrás de sus expresiones se esconde el rechazo de esa élite que tradicionalmente ha llamado chusma a la gente que no es de su círculo económico y social. Para esa élite que ella representa es inaceptable que la chusma esté gobernando el país.
Y con ese tipo de calificativos denigrantes que se refiere sobre el canciller Murillo, sacados de las cloacas del racismo y el clasismo quedo plenamente retratado el desprecio que le genera que líderes de la clase emergente estén gobernando.
En el caso del canciller Murillo, a Rueda, en el fondo le causa indignación que un negro, nacido en las selvas del Chocó, ocupe la embajada de Colombia en Estados Unidos, la gran potencia del mundo y, a la vez, sea el primer negro que se ocupe de las relaciones exteriores del país.
Ella tiene todo el derecho expresar su opinión sobre cómo el gobierno está conduciendo las relaciones diplomáticas con los países del hemisferio, con el gobierno de Estados Unidos y con Israel, pero debe hacerlo con altura y con respeto sobre la dignidad de este funcionario.
La diplomacia colombiana estaba acostumbrada a recibir los dictámenes de la Casa Blanca y agachar la cabeza por miedo que las agencias de inteligencias estadounidenses revelan secretos contra ellos.
El gobierno del Presidente Biden no tiene autoridad moral para criticar las actuaciones del hijo del Presidente Petro, dado que su hijo Hunter Biden está involucrado en escándalos de corrupción sobre laboratorios de armas biológicas en Ucrania, peores que el que afronta de Nicolás Petro.
La era del poder unipolar de Estados Unidos en el mundo se acabó, el poder global ahora es multicéntrico y se abre paso hacia una nueva arquitectura en el poder global. El péndulo de ese poder global se está situando en Asia.
No hay que seguir mirando para el norte y Europa, sino para el Indo-Pacífico, el futuro del mundo está en el Sur Global.
En cuanto al genocidio de Israel en Gaza, coincido con ella que es “absolutamente inaceptable”. Sin embargo, dice: “no debemos olvidar esto cómo comenzó: con un genocidio de Hamás contra habitantes de kibutz y asistentes a un pacífico concierto en cercanías de la frontera”.
María Isabel, seducida por las manipulaciones informativas de la propaganda del lobby sionista no examina el asunto dentro del contexto histórico que amerita.
Por mi parte, condeno los asesinatos de Hamas contra los judíos, igual que el genocidio de Israel contra los palestinos, pero el ataque de Hamas fue consecuencia de la política segregacionista sistemática de Israel de mantener confinada en una especie de cárcel a cielo abierto a los palestinos en Gaza.
Se han revelado documentos que señalan que el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu, financió y fortaleció a Hamás para debilitar a la Autoridad Nacional Palestina de Mahmoud Abbas.
Los servicios de inteligencia israelí conocieron los planes del ataque de Hamas. Inclusive las mismas fuerzas de defensa de Israel asesinaron a judíos durante el ataque.
Hay evidencias que fue un plan estratégico del régimen del primer ministro Netanyahu para luego controlar el territorio, los yacimientos del gas en el mar de Gaza y posteriormente desarrollar los planes de expansión de los asentamientos judíos en Gaza y en Cisjordania.
Su fin es consolidar el territorio del Gran Israel. Conclusión: como dice un refrán con la misma vara que mides serás medida.
@j15mosquera