La congresista en Blu Radio dijo hace pocos días que es una ciudadana de bien y que está en todo su derecho de expresarse libremente.
Lo de expresarse libremente es respetable, pero lo que no me suena es que un “ciudadano de bien” cuestione por Twitter a una víctima de la violencia como Ángela Giraldo (hermana de uno de los diputados del Valle del Cauca asesinados por las Farc) expresando que la ciudadana está muy contenta saludando a este grupo guerrillero en las conversaciones de paz de La Habana (Cuba).
De lo que no se percató la dirigente política es que Giraldo no estaba saludando efusivamente a ningún subversivo, sino a un delegado del gobierno nacional, como lo explicó en varios medios una de las representantes de las víctimas
En pocas palabras, no se sabe si Cabal actuó emotivamente, sin pensar las consecuencias de su trino o de adrede porque como lo dijo Héctor Riveros, que es una provocadora.
Igualmente, Giraldo confirmó que María Fernanda Cabal, le había ofrecido excusas y que le reconocía que no sabía que la persona que estaba saludando era un funcionario del gobierno. Con lo anterior deja claro que la congresista actuó irracionalmente. En la emisora, la afectada confirmó que había retirado la demanda por calumnia e injuria contra la política del Centro Democrático
Una y van…
En fin, no es la primera vez que la representante a la Cámara por Bogotá, en un momento de alta sensibilidad se expresa fuertemente frente a un asunto en particular. Basta recordar, cuando en pleno duelo nacional por el fallecimiento del único Nóbel de Literatura que hasta el momento ha tenido Colombia, dijo por Twitter que el escritor pronto estará reunido en el infierno con su amigo, Fidel Castro.
Ahora bien, Cabal en su legítima defensa se victimizó diciendo que era una perseguida política y que además si querían que dejara de trinar, pues que la tenían que asesinar.
La dirigente tiene libertad de expresión lo que sucede es que es una figura pública, que sirve de modelo a algunas personas y sus mensajes lo que generan es que se alimenten rencores y odios, que de eso en el país se saben muchos casos.
Y sigue el debate de los límites que tiene una persona al opinar a través de una red social y hasta dónde afecta la imagen de otra con sus comentarios y si debe o no, ser disciplinada, como en este caso puntual que es protagonizado por un servidor público. Al final, por más que ofrezca excusas, el daño ya está hecho.