Ayer hablé con María Fernanda Cabal. Está muerta de la risa con todas las cosas que ustedes escriben contra ella. A Cabal le encanta estar de número uno en tendencias de Twitter. A Cabal, como a casi todos los políticos, le gusta que la gente hable de ella. Es una provocadora satánica. Aunque su esposo, José Félix Lafaurie, haya abierto más de una reunión de Fedegán con Cara al sol, el hermoso himno de la Falange española, en una conversación la congresista puede despotricar contra curas y nazis. Ella no es bruta. Como Natalia París, se hace.
Si quieres combatir a la Cabal ignórala. La gente que estos días se desgarra las vestiduras en Facebook porque se atrevió a decir una falacia histórica, que fue un invento de Gabo, el mismo que condenó al infierno, la masacre de las bananeras donde murieron más de 100 trabajadores, lo que hace es alimentar al monstruo. Ellos jamás votarían por la Cabal. La gente que va a votar por ella al Senado son los que detestan a las Farc, las que aman por sobre todas las cosas a Uribe, las que creen en el rayo homosexualizador, las que tienen por deporte quemar libros y, sobre todo, los creyentes del castrochavismo. Una declaración como la que dijo ayer martes en la noche, de que no hubo desaparecidos en el Palacio de Justicia porque ya empezaron a aparecer (¿?) no hace otra cosa que reforzar a su gleba.
Una declaración como la que dijo ayer martes en la noche,
que no hubo desaparecidos en el Palacio de Justicia porque ya empezaron a aparecer (¿?)
no hace otra cosa que reforzar a su gleba
La Cabal va a almorzar al Patio, el restaurante de la Macarena que se convirtió, desde los tiempos de Jaime Garzón, en un refugio de la izquierda. Allá saluda a un par de fans y se toma selfies con amigos ocasionales. Mira con el rabillo del ojo a las mesas en donde dos señores murmuran un poquito aireados y se preguntan qué hace ella en ese lugar con la misma furia con la que dos señoras rezanderas mirarían a una perra entrando a una iglesia. La Cabal, quién lo duda, es temeraria.
Nunca será presidenta, por supuesto, pero no hay que olvidar que como cabeza de lista del Centro Democrático sacó 310 000 votos en el 2014 y va a tener más. Estas polémicas la fortalecen. Una de las grandes virtudes que tiene el Centro Democrático es que sabe interpretar como nadie lo que piensa y siente un colombiano promedio. La gente no quiere a las Farc, es homofóbica, le gusta la guerra y los patrones. La gente en Colombia aborrece a los pobres así se ganen el mínimo, y, sobre todo desconfía de la lucha social. María Fernanda no necesita de promesas de campaña para que la gente hable con ella. Tan solo con promover las mentiras históricas y el odio tendrá garantizado el protagonismo político en los próximos años. Igual es joven y los colombianos "de bien" la quieren y están convencidos de que serán una de las valquirias, junto a Paloma, que los salvará del infierno castrochavista. Recuerden que en este país los pobres y los brutos son los que ponen presidentes. Esa es la razón de nuestra miseria.