Se conocieron en 1992, siendo rivales en dos sets de noticiero. Maria Cristina Uribe, La Tata, era presentadora en QAP Noticias dirigido por María Isabel Rueda y María Elvira Samper mientras que Daniel Coronell era director de NTC Noticias pero lo que marcó su encuentro fue el viaje a Washington en el que ambos trabajaron como corresponsales de la visita del Presidente Cesar Gaviria.
Fue un flechazo y a los seis meses se casaron, con una luna de miel que se dio por cuenta de Yamid Amad. María Cristina, paisa de pura cepa, rompió una promesa familiar y terminó casándose con un bogotano; llevan casi treinta años y tienen dos hijos: Raquel y Rafael. Viven en Miami desde el 2011 cuando Coronell fue nombrado Vicepresidente y Director de Noticias de Univisión, la cadena más famosa de televisión latina de Estados Unidos. En el 2016 se convirtió en el presidente de los informativos.
En el 2002, María Cristina y Coronell decidieron hacer una apuesta arriesgada: trabajar juntos. La Tata decidió poner su prestigio como presentadora para acompañar el proyecto que nacía: Noticias UNO. Se convirtieron en el dúo poderoso de las noticias, él como director y ella presentadora. Un rol de jefe y subalterno que se alteraba cuando estaban de regreso a la casa y ella reasumía su rol de la que manda, muy al estilo antioqueño.
Después de casi una década y de muchos reconocimientos, en 2011, María Cristina Uribe se despidió de su audiencia de Noticias Uno. Fue también su adiós a la televisión. Se trasladaban a vivir a Miami donde Daniel había aceptado el cargo en Univisión al lado de su amigo Isaac Lee, quien había sido nombrado presidente (CEO) de Noticias de Univisión.
Diez años desde su partida, en Colombia recuerdan a la Tata como una presentadora estrella, pero para Coronell es mucho más que eso. La considera una excelente periodista con una habilidad increíble para investigar y corroborar información. Tata le ha ayudado a contrastar los datos en informes que llegan a sus manos y resultan tener a veces datos falsos, con lo cual su criterio pesa mucho.
Una tranquilidad de cuatro años se vio de pronto ensombrecida por la amenaza de una verdad grave sobre Raquel. Tenia 16 años cuando le fue diagnosticado una leucemia que debía tratarse de inmediato. La vida de la familia cambió completamente pero nuevamente el temple paisa de Maria Cristina Uribe fue el motor para superar el difícil momento.
A pesar del dictamen médico, María Cristina evocó aquellos días en que Raquel la acompañaba al set de Noticias Uno dos veces por semana, esta vez acompañándola a sus quimioterapias. Coronell asegura que fue el amor de Tata el que logró mantener a la familia a flote, sin su fortaleza y seguridad él no hubiera tenido la esperanza de que superarían ese amargo capítulo en sus vidas. Para María Cristina, las 116 noches que Raquel pasó en el hospital, era una situación pasajera, tenía la certeza de que algo bueno estaba a punto de sucederles.
Cuando las quimios hicieron su efecto, la Tata mandó a fabricar una peluca para su hija a un experto en efectos especiales. Raquel, igual de valiente a su madre, decidió no usarla y prefiero lucir con orgullo su cabeza rapada para recordar su lucha. Cuando Raquel perdió 30 kilos, la fatiga y el cansancio se apoderaron de su cuerpo y le impidieron seguir con sus lecturas, la Tata le leyó sus libros favoritos día tras día.
Entre quimios, visitas diarias al hospital, un domingo del 2015, Coronell sorprendió a sus lectores de Revista Semana. No se encontraron con las habituales columnas reveladoras del periodista sino con su columna más íntima. En medio del martirio, compartió el duro tratamiento que vivía su hija y la impecable labor de su esposa en cada momento. Sin duda, el carácter de su hija era de acero.
Siete meses después de esa avasalladora columna, Raquel creo la campaña “American Girls Sin Pelo” en homenaje a la pérdida del cabello que golpea el autoestima de las pacientes, decidió llevarles muñecas calvas a niñas con cáncer. Hoy, Raquel goza de buena salud. Estudia en la Universidad de Harvard, sigue los pasos de su padre y mientras se prepara, escribe para El Harvard Crimson, el periódico universitario más antiguo de Estados Unidos.
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