Son pocos los actores colombianos mayores de 60 años que viven como lo hace Maria Cecilia Botero. Cada mañana, después de un tinto cerrero, como buena paisa, la actriz sale a su amplia terraza y mira cómo el sol empieza a desteñir las nubes que se posan en los cerros orientales.
Atrás quedaron los años en los que no podía salir a la calle. Según cuenta ella, se podía demorar dos horas yendo a la panadería de la esquina. Todos querían estar cerca de su aura. Y aunque la fama disminuyó, ha contado con suerte y aún tiene trabajo en un país que siempre le ha dado a la espalda a sus artistas.
Todas las mañanas mientras se toma su café, María Cecilia Botero, petrista convencida pero devota de la Virgen de Chiquinquirá, le agradece a la Señora de Colombia el no terminar sus días como María Eugenia Dávila, olvidada en un asilo en el barrio Pasadena de Bogotá o como Luis Fernando Orozco, sin trabajo y dependiendo de lo poco que pueden hacer sus célebres hijas Verónica y Ana María Orozco. Botero supo ahorrar, invirtió bien y además contó con la disciplina y la suerte de mantenerse vigente a sus 66 años.
A esa edad, en la que las actrices están condenadas al ostracismo por el delito de envejecer, María Cecilia consiguió el papel de su vida dándole la voz a Alma Madrigal, la abuela de Mirabel en la película animada Encanto.
Con ella pudo lograr lo que alguna vez soñó mientras veía clásicos como Kramer contra Kramer o La decisión de Sofia (dos de las películas que más repite de su diosa, Meryl Streep): pisar la alfombra de los Oscar.
Aunque la gran alegría para esta gloria de la televisión colombiana ocurrió el pasado 19 de junio cuando su candidato Gustavo Petro, el que está apoyando desde 2018, se convirtió en el primer guerrillero desmovilizado en convertirse en presidente de este país.
Todo esto se lo cuenta Diego Fajardo de Las2orillas en esta entrevista: