María Antonia, ¿realmente importa el Icfes de los presidentes?

María Antonia, ¿realmente importa el Icfes de los presidentes?

¿Será que la prueba si es un indicador de la inteligencia, conocimiento, aptitudes y habilidades de los estudiantes de este desigual país?

Por: Leonardo Gómez
abril 03, 2019
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María Antonia, ¿realmente importa el Icfes de los presidentes?
Foto: Instagram @icfescol

Tomé la decisión de escribir este artículo para responder a la columna que escribió la periodista María Antonia Pardo en este mismo medio, llamada El Icfes de los presidentes [1]. Y lo hago con la finalidad de abrir un debate sobre la pertinencia de la Prueba Saber, anteriormente Icfes, como parámetro para evaluar la calidad, la inteligencia y el conocimiento de los estudiantes que egresan de bachillerato en el país.

Comienzo por decir que lo que añora Pardo, un país que sea dirigido por los más brillantes académicos, no tiene otro nombre que no sea el de aristocracia, tipo de gobierno que fue descrito por Platón hace más de 25 siglos y que, por las condiciones sociales de Colombia, el país más desigual de Latinoamérica, sería una patente de corso a las clases dominantes para entronarse eternamente en el poder (aún más), único sector de la población capaz por condiciones socioeconómicas de proveer a sus hijos una excelente educación desde la primera infancia.

Lo segundo es la poca pertinencia que tiene el examen del Icfes para medir la inteligencia o el conocimiento. Las pruebas de Estado que se les realizan a los estudiantes de grado 11 evalúan en condiciones de igualdad a los alumnos de los mejores colegios de Bogotá con los de las escuelas rurales del Chocó o Guainía, por poner un ejemplo, ignorando las condiciones sociales, económicas, psicológicas o familiares de cada uno de los estudiantes evaluados. Se ignora el progreso del estudiante frente a otras pruebas y se ignora su contexto. Desconoce si el estudiante el día de la prueba pasaba por un problema personal, familiar, si para presentar el examen tuvo que caminar desde la madrugada.

Por años la prevalencia que ha ido tomando las pruebas de estado para los colegios se evidencia en que estos se publicitan (sobre todo los privados) a razón de los resultados obtenidos años atrás en el examen Icfes. Unos buenos resultados de un colegio le permiten ganar en prestigio y, por ahí derecho, subir el costo de la matrícula y la pensión, generando una situación de profundización de la desigualdad, impidiendo que todos los niños accedan a una educación de calidad.

Para lograr estos buenos resultados, los colegios se enfocan casi que exclusivamente en convertir a sus alumnos en máquinas especializadas en responder exámenes tipo Icfes, ignorando otros tipos de conocimiento. A este proceso se le conoce como homogenización del conocimiento.

No es cierto que una prueba presentada por un adolescente de 16 o 17 años determine su inteligencia, entre otras cosas, porque el concepto de inteligencia es muy universal y no es único. Por ejemplo, el examen del Icfes no mide tipos de inteligencia como la musical, la interpersonal o la kinestésica. Tampoco mide algunas características como el liderazgo o la capacidad para resolver problemas.

El movimiento estudiantil de 1971 tuvo dentro de su programa mínimo la liquidación del Icfes, por considerarlo como una entidad de carácter extra universitario pensado para influir en el contenido de la universidad, socavando así su autonomía. 40 años después, el movimiento estudiantil del 2011 también denunció la homogenización del conocimiento a través de la presentación de las Pruebas Saber, con unos colegios decididamente dirigidos a enseñar solo lo que se pregunta en el Icfes.

Año tras año se denuncian el contenido de las preguntas que aparecen en las Pruebas Saber. Y entonces yo le pregunto a María Antonia Pardo, ¿este tipo de preguntas ridículas, como la que aparecen en el link adjunto, determinan la capacidad de un gobernante, o incluso, de cualquier profesional?[2]. ¿Estamos de acuerdo en que preguntar si es más pesado un radio que una nevera es una soberana tontada?

A un presidente, como a un profesional, se le mide por sus acciones y su trabajo, no por una prueba que presentaron hace más de 20 años, y en el caso de Iván Duque y de Ernesto Macías, el trabajo de ambos ha sido mediocre. Iván Duque sigue siendo un presidentico sin liderazgo, sumiso a los intereses de su propio partido y a lo que dicta la agenda de Donald Trump en el continente.

La estulticia con la que dedica falsos esfuerzos a resolver los problemas de Venezuela mientras el país que él gobierna va a la deriva, el empeño por defender a personajes que rayan en lo delincuencial como Néstor Humberto Martínez, los acuerdos burocráticos que mantiene y la incapacidad de nombrar a funcionarios capacitados para sus cargos, además del terrible Plan Nacional de Desarrollo que cursa en el Congreso y su empeño por atacar las clases medias y bajas mientras colma de favores a las multinacionales. Esos, María Antonia, son los verdaderos problemas de Iván Duque y no el fisgoneo esnobista de mirar cómo le fue hace 20 años en un examen que no sirve para lo que usted dice que sirve.

Juzgar en Colombia a alguien por lo que estudió está lleno de un profundo arribismo, porque en la educación del país también hay una profunda desigualdad. En 2015, de los 484.664 estudiantes que presentaron las pruebas de Estado en grado 11, solo 38 de cada 100 lograron ingresar a la Educación Superior al año siguiente[3]. Los otros, los que no pudieron ingresar, la mayoría proviene de regiones rezagadas y familias sin capacidad económica.

Y entonces, María Antonia, esos jóvenes que salen de bachillerato y no logran ingresar a la universidad, como dicen en su ciudad, ¿no tienen posibilidad de participar en política? O, como dicen en su región, ¿valen mondá?

[1] El Icfes de los presidentes

[2] Las preguntas más insólitas de las pruebas del Icfes

[3] ¿Cómo continuarán estudiando los 700.000 bachilleres del 2017?

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