La canciller María Ángela Holguín es la figura del gobierno que menos desgaste ha sufrido en los tres años de negociación y quien consiguió, sin estar en la mesa, que la ONU aceptara ser veedora de las zonas de concentración de las Farc, el punto crítico que se discute en este momento. Viaja a La Habana con discreción, el embajador Bell la recibe sin que nadie se percate y la traslada a la residencia del barrio Miramar donde se hospeda y desde donde coordina reuniones por fuera de la formalidad de la agenda oficial.
Le da confianza a las Farc, es muy cercana al general Naranjo, hombre clave de la delegación del gobierno, y escucha con disciplina y humildad los argumentos de los distintos asesores jurídicos. Es la persona clave para que se abra paso la tesis del Acuerdo Especial contemplado en los Convenios de Ginebra y que blindaría lo firmado en La Habana sin requerir de más refrendación.