Pensé que no volvería a ver un caso tan lamentable en todos los aspectos como el de Andrés Colmenares, (filtración de Información de autoridades, manejo del tema por parte de abogados mediáticos, Medicina Legal y el tratamiento de la información de los medios mismos), y menos que se repetiría la pésima divulgación que tuvo, con todos los desaciertos de todas las partes, porque valga decir que la desinformación viene de todos los frentes.
Ayer, en medio de la discusión de lo sucedido tras la muerte de María Andrea Cabrera, la periodista Paola Ochoa tuvo el valor de cuestionar al aire y en medio de la discusión el papel de los medios en casos como este. Cayó como un baldado de agua fría, pero fue el comienzo –espero- de un gran punto de freno a la forma como los medios hoy abordan estos casos que tienen de todo: rumba, drogas, jóvenes privilegiados, una víctima célebre por ser hija de una personalidad pública y –eso sí- la galería morbosa y expectante.
¿Que hay que informar? Claro, ¿pero que los medios funjan de jueces? Por favor. Si se rebobina la película Colmenares, no solo es el peor caso judicial público en el sentido que quedó en evidencia la terrible corrupción de lo que se creía incorruptible, la justicia, sino también la enorme irresponsabilidad de otras autoridades y abogados filtrando información (no sé si a conveniencia), y de los medios que hacían especiales, análisis y hasta sugerían conclusiones propias al estilo de los más avezados peritos judiciales. Todo lo anterior, a costa del inmenso dolor de la familia de la víctima que -para completar- a hoy no solo soporta la ausencia de su hijo, sino la impunidad en su máxima expresión.
Que hay que informar? Claro,
¿pero que los medios funjan de jueces? Por favor
En el caso de María Andrea las cosas parecieran ir en ese mismo rumbo. Una familia que, célebre o no, tiene que soportar que se diga de todo de su hija que ya no se puede defender, que se la siga teniendo en agonía reputacional por cuenta del afán mediático de tener hasta el más mínimo detalle no solo para chiviar a la competencia, sino para la galería morbosa que da rating. Que es que le gustaba la marihuana, que es que la iban a violar porque le habían dado ya un beso esquiniado, que es que lo que se les ocurra, porque todo ha salido a pedazos y con eso se trabaja… Qué cosa tan lamentable. Que sea cierto o no, pues a veces los hijos sorprenden a sus padres, pero ese es su problema; no podemos seguir alimentando los sentimientos bajos de la naturaleza humana, que solo llevan al detrimento de la imagen pública de una persona muerta y el infinito dolor de su familia.
Nada me hace más feliz hoy que ejercer el periodismo de entretenimiento distinto; ese que no tiene farándula, pero más bien sí trata de aportar contenidos que ayuden a lidiar con las dificultades cotidianas y a gozarse la cosas buenas que tiene la vida.
Aquí, de verdad, no hace falta ni McLuhan, ni Talesse, ni ningún maestro del periodismo para hacer funcionar los principios, la ética, el sentido común y la razón que –a través de semejante responsabilidad- debe asistir a las personas que ejercen esta difícil profesión. Y ni hablemos de política.
¡Hasta el próximo miércoles!