Marco Fidel Ramírez, el gran perdedor

Marco Fidel Ramírez, el gran perdedor

"Las malas elecciones por las que se han inclinado los líderes del cristianismo han hecho que el trofeo que representa el voto religioso sea esquivo hasta para ellos"

Por: Yarley García
octubre 29, 2019
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Marco Fidel Ramírez, el gran perdedor
Foto: Twitter @7MarcoFidelR

Después de las elecciones que para Bogotá se sellaron con el beso de Claudia López y su pareja Angélica Lozano celebrando la ratificación de que la capital se deslindó totalmente del conservadurismo recalcitrante que mantuvo a las mujeres y a las comunidades diversas alejadas del poder, pudimos evidenciar además un fenómeno interesante en torno al voto religioso de la ciudad.

Al pabellón de quemados electorales se fueron Miguel Uribe Turbay, el ungido del Centro Democrático, y más de mil pastores entre los que se incluían los de las megaiglesias de la ciudad. Por ejemplo, Marco Fidel Ramírez, el concejal de la familia, fue abandonado por las mayorías religiosas que hasta ahora lo habían mantenido en el concejo.  

Las reuniones y campañas que se volvieron constantes en las iglesias buscaban activar el activismo político del sector religioso de Bogotá, que hasta ahora había sido representado por Ramírez y en donde se pretendía también consolidar a Colombia Justa Libres.

Quizás las posturas recalcitrantes del mal llamado concejal de la familia, su militancia en el PIN y Opción Ciudadana (partidos con escándalos de corrupción), su pronunciamiento mordaz a cosas de poca relevancia en la esfera pública, su silencio frente a los casos de pederastia cometidos en la iglesia, el error de apoyar a Iván Duque montando el caballo del castrochavismo, las campañas sucias contra los acuerdos de paz y la misma Claudia López reduciendo todo a un macabro plan para homosexualizar a los niños empezaron a pasarle factura.

A juzgar por la poca votación de Miguel Uribe, quien fue rebasado hasta por Hollman Morris, último en casi todas las encuestas, y la salida del famoso concejal se podría decir que los cristianos aún no ven bien ese matrimonio entre religión y política en donde se les pretende imponer el voto; que las banderas que defiende Marco Fidel no le alcanzan para ser un funcionario público, ni siquiera para representar a los suyos.

Según el exconcejal, la ciudad será la nueva Sodoma. El hombre que hasta ayer representaba la política cristiana explaya su homofobia en Twitter, ignorando que el castigo viene de su electorado que después de tantos pasos en falso no lo considera un faro de la moral ni un defensor de sus causas.

Es verdad que las iglesias cristianas representan un caudal de votos interesante. Es por eso que cada cuatro años para muchos candidatos es un reto pararse en los púlpitos, prometiendo guardar los principios de esa sociedad que hace años no existe, mientras tiemblan y lloran esperando que las ovejas que en todo caso van a rezar y no a escuchar políticos les den una victoria aplastante sobre la izquierda, que es una especie de Satanás para la mayoría que milita en alguna fe.

El efecto Duque, su desgobierno, y las malas elecciones por las que se han inclinado los líderes del cristianismo han hecho que el trofeo que representa el voto religioso sea esquivo hasta para los de su misma casa, que ahora lloran en Twitter.

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