¿Marchar, el nuevo pasatiempo de los jóvenes?

¿Marchar, el nuevo pasatiempo de los jóvenes?

"Las manifestaciones que he visto han estado repletas de chicos llenos de adrenalina que encuentran en estos espacios un festival agradable, barato y fuera de lo común"

Por: Nando Anzola Rojas
noviembre 28, 2019
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¿Marchar, el nuevo pasatiempo de los jóvenes?
Foto: Las2orillas

— Hola, ¿qué esta haciendo?

— Nada...

— Yo tampoco... Vámonos a marchar

Se me ocurre que esta puede ser una de las charlas de los muchos jóvenes que llevan siete días pegándole a una cacerola, tomando cerveza y caminando por la ciudad de Bogotá.

No son todos pero mi percepción de las marchas es esa (sé que se van a venir lanza en ristre a insultarme y a burlarse de esta nota). Cabe decir que el enfoque que tengo proviene de lo que he podido notar con dos o tres con las que me he cruzado en estos días.

Ahora bien, las movilizaciones consisten en un montón de muchachos entre 17 y 25 años, que aparentemente terminaron sus estudios o están capando clase y a los que la "aventura" de ir a hacer escándalo con sus ollas les parece un plan muy bacano... como para pasar la tarde.

Lo anterior lo digo porque las manifestaciones se realizan cuando el 96% de las personas que trabajan están en su horario laboral, lo que me hace pensar que los que están ahí o andan de vacaciones o no están empleados.

En fin, las marchas que he visto han estado libres de encapuchados, pero repletas de chicos llenos de adrenalina que encuentran en estos espacios un festival agradable, barato y fuera de lo común. Y si bien los muchachos que participan son en su gran mayoría inofensivos, las marchas no lo son tanto.

Estas bloquean la ciudad (hablo de Bogotá que es la ciudad en que vivo) y hacen, por ejemplo, que se cierren las estaciones de TransMilenio que sobrevivieron a los vándalos. Por ende, la movilidad se vuelve un caos.

Personas que han trabajado todo el día (muchos de ellos de pie) gastan tres o cuatro horas caminando para llegar a su casa. Y una vez ahí no les queda más que saludar, comer, pegarse un duchazo y dormir porque al día siguiente tocará madrugar para una larga caminata que permita llegar al trabajo (así sea tarde, pero hay que llegar, porque el jefe no tiene mucha paciencia).

Así mismo, a medida que avanza la marcha, los comerciantes que la ven aproximarse tienen que cerrar sus negocios para evitar que algún descocado le dé por hacer males. Y aunque el paso de la manifestación por el frente del local puede durar quince o veinte minutos por mucho, se pierden las ventas de toda la mañana o de toda la tarde, dependiendo del horario del suceso.

Sea como sea, el festival de la marcha pinta para largo... eso sí, sin importar si sus gritos y cacerolas se escuchan o sirven de algo... Su resultado es incierto, pero su efecto es totalmente perjudicial para la economía de la ciudad y para el bolsillo de los bogotanos que realmente están trabajando: las ventas se irán al piso, los restaurantes cerrarán, el transporte no circulará, etc.

Sin embargo, dicen que la culpa es del Esmad, del gobierno, de todos los demás, menos de los chicos que salen a tomar una cerveza,  recochar, darle a una olleta y divertirse.

Definitivamente el festival de la marcha nos está dejando en la olleta

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