El 28 de noviembre será nuevamente puesto a prueba el sistema de transporte de Bogotá. La capital del país será nuevamente el centro de todas las marchas y protestas, del que se ha denominado el paro más grande del país. Transmilenio, el eje central de la movilidad de Bogotá, el más importante sistema de transporte del país, le será medido el aceite nuevamente.
Además de los ya conocidos problemas que retrasan su movilidad, el sistema tendrá un factor más para afectar su servicio: miles de personas en las calles. Estarán entre otros, estudiantes, profesores, padres de familia y políticos, exigiendo derechos que se creen perdidos. Se reclama entre otras cosas, mayor presupuesto para la educación pública, los indígenas están peleando por sus territorios, la muerte de los líderes sociales también será tenida en cuenta, y como si fuera poco se aprovechará para levantar la voz de indignación en contra de la corrupción, el problema que mas se había invisibilizado por la guerra.
TransMilenio es un sistema frágil, por no decir débil, parece ser un sistema más del siglo pasado que de este. Las últimas movilizaciones estudiantiles e incluso ante la mas mínima alteración del orden público, o con los frecuentes accidentes dentro de las vías, han mostrado como son varias las estaciones que quedan sin funcionamiento. Filas de buses demoran detenidos y con las personas dentro, retenidas en contra de su voluntad, siendo quizás, lo mas parecido a un secuestro masivo. Ya en el pasado varios han sido los buses rojos víctimas de la delincuencia, donde personas entran a los buses y con armas blancas y de fuego roban a los ciudadanos.
Los buses pegados mueven a más de dos millones de personas diariamente y al parecer la visión de ciudad no fue muy grande al momento de su puesta en marcha. Si hoy se analiza su funcionamiento, solo a partir de las estaciones de mayor demanda, hace años se quedaron pequeñas ante el crecimiento exponencial de la población.
Es tan grande el problema y las falencias del sistema que, el mismo TransMilenio decidió enviar con antelación mensajes de texto a sus usuarios con el fin del planear mejor el viaje. Fue un mensaje de alerta, están diciendo de forma muy sutil: "si quiere llegar temprano no tome los buses rojos, no nos hacemos responsable de su transporte”.
Cada día llega más y más gente a una ciudad que su única opción en los próximos años son buses pegados, el cual está probado hasta la saciedad que no es capaz de garantizar la movilidad eficiente y eficaz de una ciudad en normalidad y mucho menos ante las protestas sociales. Se debe analizar su continuidad como base de la movilidad en esta selva de cemento.