Marcha colombiana, paro peruano

Marcha colombiana, paro peruano

Nuestro actual remezón político comparte algunos puntos con la coyuntura que atraviesa Perú. Una mirada

Por: CÉSAR CURVELO
febrero 10, 2023
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Marcha colombiana, paro peruano
Foto: Las2orillas

¡Nojoda, ya viene el 15F!

El de la JODA (Jornada Opositora Derechista Apolocada… es que digo, Alocada) en nuestra patria ya no tan boba, consagrada al Sagrado Corazón de Jesuribesús, según el blasfemo cuadro pop de doña Paloma.

De tal manera que tengamos fe, roguemos a Dios, pongámosle velas a todos los santos patronos para que trascurra en paz total y que no muera más gente.

Al lado sur, en el vecino Perú, el paro general indefinido es de la INCA, Insurgencia Nacional Contra los Atropellos de la feroz, cruel y sanguinaria dictadura que ya ha masacrado un centenar de personas en dos meses de protestas, concentraciones y bloqueos de carreteras.

Por una huelga a gran escala, una economía nacional puede venirse a pique, al suelo, a las mismas alcantarillas del sótano del infierno. Mejor dicho, al esmierde.

Todas y todos están perdiendo en el hermano país: los Fujimori y los Montecinos, los quechuas y los aimaras, los campesinos y los citadinos. Si pasara algo por el estilo en nuestro país, perderíamos los urbanos y los rurales, los Laforí y los Ardilla Lule, los Sarmiento Angulo y los Santo Domingo… Al mencionar este último apellido no puedo evitar aludir al poeta Federico Santodomingo, así, pegado como uña y mugre. El quijotesco animador de la revista literaria caribeña Mariamulata es el único Santo Domingo que no es rico.

Un paro a gran escala puede ser una revolución en miniatura. No te dejes llevar por la satanización del término, que no tiene ninguna etiqueta política. Hubo una Revolución industrial burguesa, iniciada en Europa a finales del siglo XVIII. Aquí tuvimos la Revolución en marcha ─también capitalista─, propiciada por el liberal Alfonso López Pumarejo, en el periodo presidencial 1934-1938.

Otras fueron violentas, como la Revolución francesa y la Revolución bolchevique, con asesinatos de reyezuelos a bordo. A los procesos de independencia de las colonias por los años 1800, por estos lares, se les podría llamar “revoluciones criollo-hijuechapetongas”, en el sentido que fueron impulsadas por descendientes de españoles para el gran beneficio de ellos y la mala suerte de mestizos cobrizos, aborígenes y negros.

Lo que sucedió en 2021 en Colombia con las manifestaciones populares fue una microrrevolución. Llamémosla “rejuvelión”, por el alto componente juvenil que tuvo. Veamos de rapidez las determinantes de la Rejuvelión:

- Políticas económicas excluyentes de los gomierdos anteriores, por las cuales el país sigue arrastrando uno de los más altos coeficientes Gini del planeta. Este indicador se refiere ─palabras más, palabras menos─, a una especie de calificación que va de 0 a 1. Entre más se acerca a uno, más grande es la brecha entre desfavorecidos y pudientes. El 0.52 de nuestro país es uno de los más altos del mundo.

- El alto desempleo, empleo informal y subempleo juvenil, lastre que viene de tiempo atrás y que sigue dejando sin estudio y sin trabajo a muchachas y muchachos llamados ninis.

- El desbarrancamiento de familias clase media a los pauperizados estratos sociales 1 y 2, por la pandemia del COVID-19, la cual llevó a una disminución del 6.8% del PIB nacional en el año 2020.

- La desfachatez del mal gobierno de entonces, al proponer una reforma tributaria antipopular en medio de masivas denuncias de corrupción en múltiples ámbitos del Estado.

Veamos ahora las determinantes de la posible Revolución inca:

Una síntesis la hizo el politólogo peruano Carlos Meléndez, en entrevista a Deutsche Welle: "En Perú conviven la territorialización del conflicto como en Bolivia, la inestabilidad presidencial que tuvo Ecuador, el legado de una guerra civil con narcotráfico como en Colombia, la penetración de poderes ilegales como en América Central y la izquierda movilizándose para terminar con 'la constitución de la dictadura' como en Chile”. Véase La renuncia de Boluarte para salir de la crisis en Perú

Cotejando los sucesos, se puede asegurar que los tres primeros puntos del remezón político colombiano son idénticos a la actual coyuntura peruana:

- El abismo abisal entre las ganancias de la élite neoliberal enclavada en Lima y los ingresos de los del resto del país, el populacho, la chusma, la “terruquera”, como le endilgan los oligarcas.

- Alto desempleo juvenil.

- Aumento de las familias en los desfavorecidos estratos 1 y 2, a causa de la covidemia.

Ahora bien, hubo otra similitud digamos que en lo electoral.

Tanto en Colombia como en Perú llegó al poder ejecutivo un líder alternativo. Castillo en el 2021, Petro en el 2022.

En Colombia a Petro lo han dejado gobernar. Hasta la fecha, cabe aclarar.

No pasó lo mismo con el presidente Pedro Castillo en el Perú, a quien le pusieron mil peros y talanqueras. El profe intentó cerrar el Congreso en diciembre pasado. Vino la destitución exprés violando el debido proceso. La explosión social subsiguiente la puedes seguir en vivo, en YouTube.

Gracias a la divina providencia mermelera, en nuestra nación de siglos y siglos sin solución se conformó una mayoría “parlacha” que incluye congresales neoliberales, quienes por lo pronto obedecen juiciecitos la orden perentoria de seguir en tónica contemporizadora.

¿Hasta cuándo?

Quién sabe…

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