Maradona, un fenómeno social y político

Maradona, un fenómeno social y político

"Su conciencia de clase lo movía. Denunciaba los abusos de poder que él consideraba y procuraba por el bienestar de los que nada tenían"

Por: Luis Acosta Villarreal
diciembre 04, 2020
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Maradona, un fenómeno social y político

Diego Armando Maradona no fue solo un adicto a diversas sustancias psicoactivas, también fue un fenómeno social y político sobre la identidad latinoamericana. Él nació en Villa Fiorito —un barrio ubicado en Lanús, una provincia de Buenos Aires—, en un hogar compuesto por dos padres y siete hermanos, donde las necesidades estuvieron siempre.

En una entrevista en un reconocido programa de TyC Sports, que se llama Libero Vs, Maradona expresaba que no comían bien sino hasta que su padre cobraba su salario. Es decir, que al menos quince días de cada mes pasaban hambre y desesperación. Luego, mientras hablaba de sus orígenes como deportista, cuando el anfitrión le preguntaba qué hubiese sido, si no hubiese sido futbolista, él respondió que futbolista porque no sabía hacer más nada. Aspecto que considero que no es real. Las necesidades te llevan a replantearte, pero su sueño era ese y apostó todo para conseguirlo Se iba desde muy niño solo en los buses desde Villa Fiorito a la cancha de Argentinos Juniors, equipo en donde debutó como profesional en 1976.

Es por estos orígenes tan cercanos a la mayoría de población en el continente americano que lo hicieron convertirse en un ídolo. No solo de su país, sino del continente. Maradona, a pesar de tener mucho dinero, derivado de su paso por Barcelona y Nápoles, nunca se desligó de sus orígenes. En esa misma entrevista, realizada en diciembre del año 2019, expusieron un vídeo de él saltando con la barra brava de Boca Juniors ya siendo jugador profesional. Eso demuestra el sentir popular y la conciencia de clase que poseía el 10.

Pero el estrellato de Maradona lo obtuvo en 1986, la consagración. En ese año disputó el único mundial que ganó. La sede fue México, el sentir latinoamericano en estado puro. En esa competición, en cuartos de final, les tocó contra Inglaterra, país con el que en 1982 habían tenido una guerra por las islas Malvinas. Estos últimos perdieron el territorio, pero también las vidas de cientos de jóvenes que prestaban el servicio militar en aquel tiempo. Maradona salió al campo con el cuchillo entre los dientes, como si todos esos muertos fueran hermanos de su misma sangre. Para él estaba claro que ser argentino es el lazo más fuerte, la categoría de nacionalidad en estado puro.

Sonó el silbato y transcurrido los minutos, llegó la famosa mano de dios. Maradona realizó un gol con la mano, el arquero de Inglaterra salió a cortar un rebote en su área y el 10, al verse el puño encima, empuño su mano izquierda y con ella impulsó el balón por encima del portero y convirtió. A mí, como amante del deporte y del fair play, no me gustó aquella acción, pero al ponderar esa suspicacia con la arremetida vil y criminal del gobierno británico sobre territorio argentino no me parece tan mala.

Ese partido lo ganaron 2-1 y para Maradona fue un saldo de deudas. Luego jugaron con Alemania Federal y ganaron 3-2. La última copa mundial que ganó Argentina y que, hoy 34 años después, no han podido repetir la proeza. Estuvieron muy cerca en Brasil 2014, pero, lastimosamente, la Argentina de Messi no pudo. Maradona fue entonces un rebelde latinoamericano. Mostró en la entrevista su clara separación con las dictaduras, él se autodenominaba democrático. Rechazó lo de Pinochet, rechazó lo de Videla en su país, en donde sentenció: “A nosotros nos mataron a 30.000”. Era claro opositor a las desapariciones y maltratos propios de ese periodo de tiempo en donde en su país se coartaba la libertad de expresión.

Ya hay entonces varios elementos para respaldar que Maradona no solo fue el jugador y también el drogadicto que hace lamentables espectáculos. Fue también un pensador y seguidor de los gobiernos cercanos a los menos favorecidos. En la entrevista mencionada en reiteradas ocasiones, le preguntaron con quién le gustaría un asado. El 10 respondió: “Fidel, Chávez, Evo, Lula, Dilma, Néstor, Cristina y con Alberto”. Todos estos distinguidos por ser gobiernos alternativos a las disposiciones de Estados Unidos. Rechazaron la doctrina de la Contra, de las infiltraciones y de las dictaduras en el cono sur de este continente. Entonces, Maradona no era tan loco como pintaban.

Se lo vio haciendo activismo en muchas partes de la región. Después de la muerte de Hugo Chávez, respaldó en demasía a Nicolás Maduro. En nuestro país, respaldó el acuerdo de paz, vino a Bogotá a jugar por un partido benéfico gestionado por la alcaldía del hoy senador Gustavo Petro. Su conciencia de clase lo movía. Denunciaba los abusos de poder que él consideraba y procuraba por el bienestar de los que nada tenían.

Y a pesar de que a nivel mundial era reconocido, nunca se doblegó a los intereses de la Fifa. Él denunció en reiteradas ocasiones a esta federación, y abogó por un trato digno a los integrantes de la misma y sobre todo a los jugadores. Es por eso que muchos tienen la hipótesis que la famosa prueba anti-dopping que le realizaron en la copa mundo de 1994 no fue más que una retaliación. Nunca en la historia de este deporte una dama entraba al campo de juego a llevarse a un jugador a realizarse la prueba. Fue la primera y la única vez. Como dijo el 10, “le cortaron las piernas”. Entró en depresión, subió de peso y le costó volver a jugar. Después de mucho tiempo, las denuncias sobre el lavado de dólares y desviación de recursos tomaron mucho peso. Hoy, Josep Blather, expresidente de la Fifa fue suspendido de sus funciones y muchos altos funcionarios de la organización también. El 10 no era ningún loco, era más bien un genio incomprendido y que buscaban callar.

Finalmente, el cercano a Vladimir Putin y a los jeques árabes mostró su lado más sensible en una entrevista. Cuando le preguntaron sobre sus padres, los cuales habían fallecido recientemente, entre lágrimas comentó que daría lo que fuera para que ellos entraran por la puerta de su casa a preguntarle cómo estaba, desahogarse y encontrar respaldo y consuelo. Así mismo, describió su arrepentimiento por el consumo de drogas. Dijo que probó cocaína en Europa y que, sin ese suceso, hubiera sido aún más grande, que no se hubiera perdido el crecimiento de sus hijas, y que hubiera compartido más con su familia. Además, según él, dejó de consumir por petición de su hija Dalma desde hace muchos años. Pero bueno, eso sí fue altamente desvirtuado, sobre todo por sus actuaciones en el mundial de Rusia 2018, cuando después de la euforia y de alegría se descompensó y tuvo que ser remitido a un centro de salud posteriormente.

Sea como sea, el mensaje es que era un adicto y que se arrepentía. Este es tal vez el lado más humano del que muchos consideran como un dios y un ídolo “con el que muchos piensan que todo el posible”, como dijo Marcelo Bielsa al referirse sobre su muerte. Maradona, el de las excentricidades, el de los excesos, pero también el de la dignidad, el que siempre quería lo mejor para su gente y el que defendió a muerte la argentinidad, como dijo Fernando Niembro. El 10 no solo en cancha, sino también el ser humano que era por fuera.

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