La muerte es una circunstancia que a todo ser humano le llega en cualquier momento de su vida y en muchos casos lo hace sin avisar. Nadie sabe cuántas personas se mueren diariamente alrededor del mundo y que por lo tanto no les llegan a afectar dichos decesos porque en muchos casos estos pasan desapercibidos. Pero cuando se trata de un familiar, de un amigo o de una persona a la que se le admira mucho por las cosas que haya hecho, como es el caso del gran futbolista argentino y el más grande de todos los tiempos que tierras gauchas hayan dado como lo es Diego Armando Maradona, la sensación de tristeza no es solo grande sino también indescriptible. Una que expresa el gran dolor que no solamente sienten sus familiares, sino todo un país que lo vio nacer, correr por las canchas haciendo malabares e ingeniosas jugadas y goles increíbles, y morir.
Su fallecimiento ha sido anunciado y se dice que la causa de este fue un paro cardiorrespiratorio que llegó a sufrir en su residencia ubicada en el exclusivo barrio San Andrés, en donde pasaría sus últimos días luego de que lo dieran de alta de la clínica los olivos en donde le había sido extraído un hematoma subdural. Esa casa que ocupaba había sido especialmente adaptada para que el astro del fútbol o el pelusa, como también lo llamaban, pudiera continuar con el proceso de recuperación que estaba llevando. Pero lamentablemente ni las comodidades ni los cuidados fueron suficientes para evitar la partida que no solo se llora y se lamenta en su Argentina natal, sino en todos los lugares del mundo, ya que tenía una gran cantidad de admiradores en muchos países, si no es que en todos y adonde quiera que iba la gente le demostraba su cariño.
Sin embargo, más allá de eso, el cariño más grande siempre lo hubo recibido en su tierra en donde este siempre le fue profesado por sus fanáticos sin importar de que equipo fueran hinchas, Maradona no representaba a un solo equipo a pesar de que en Boca Juniors fue muy querido y dijo alguna vez que este era el equipo de sus amores sino a un país entero, y ese cariño siempre estuvo presente a lo largo de su vida, pero ahora no solo le dan su cariño sino también sus lágrimas, su tristeza y el dolor que la partida de este futbolista tan querido y admirado ha provocado en los ciudadanos argentinos y también de otros países.
El día de su nacimiento, cuando los suyos escucharon el eco de su llanto, fue un motivo de mucha alegría, pero el momento de su muerte, no produce nada de eso, no hubo ni habrá nunca ninguna alegría por su partida, además de que no se ha revelado, si antes de morir pudo haber dicho algo o pensar alguna increíble jugada a la vida que si lo llegó a hacer, en esta vida no la pudo realizar, sino que a la eternidad a la que ahora ha partido se le llevó consigo o quizá se fue en silencio sin decir nada, considerando que había dicho y hecho todo lo que le había tocado decir.
Ya no hay alegría porque esté jugando algún partido en un estadio, ni por los goles marcados, ni por los títulos obtenidos, sino dolor porque ya no lo verán más, porque ya no le podrán seguir mostrando el cariño que siempre hubo recibido y que nunca dejó de recibir, la camiseta número 10 también llora por su partida, porque el más grande de los jugadores argentinos a pesar de que ya no la usaba, no estará más cerca de ella, ni los balones de futbol serán utilizados por él para hacer los malabares que realizaba con ellos, no gambeteando rivales en los campos de juego y realizando pases increíbles y anotando goles bien hermosos y hasta algo polémicos.
Ahora su cuerpo ha apagado su luz, pero su legado deportivo brillará por siempre en el firmamento del futbol, ya que nunca se apagará ni tampoco llegará a ser olvidado. Su recuerdo vivirá en los corazones, no solo de los argentinos y sus familiares, sino en aquellos que se deleitaron viéndolo jugar y mucho lo quisieron. Así que de aquí se ha ido a la eternidad legendaria donde los astros no se apagan y las leyendas nunca mueren. Hasta siempre Maradona, hasta siempre.