En su país sigue siendo Dios. Con la zurda hacía magia y eso le ha permitido que le perdonen lo que a otro humano le hubiera significado poco menos que la crucifixión. Está muy bien que lo amen, que sea una estrella: borró de la mente de los argentinos el dolor de ser latinoamericano. Pero una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa. No tiene ningún derecho a venir a meterse en nuestros líos políticos, y además tiene rabo de paja.
Este fue el mensaje que compartió.
O pensándolo bien, tiene todo el derecho de andar echándole fuego al fuego, pues es la encarnación del madurismo. Predican y predican, pero su estilo de vida no tiene nada que ver con sus postulados. A los hijos de los duros políticos en Venezuela se les ve por todo el mundo dándose la vida, mientras el pueblo (de derechas, izquierda o apolítico) vive del día a día. Así es Maradona: que se ofrece como soldado, que luchará por lo que sea, pero lo escribe desde su mansión en Dubai, o bajándose del Bentley que le regalaron los jeques árabes. Así cualquiera.