Nunca estuve pendiente del famoso partido por la paz. Preferí sentarme a ver la vuelta la país vasco, en la cual los colombianos estaban mostrando fortaleza y pundonor.
Aquí escucho hablar de paz casi a diario. Los unos están en Cuba sentados a manteles y disfrutando playas, vodka, vino y todas las truculencias dignas de magnates en reposo. Los otros, en la misma guerra estúpida de siempre, luchando por ideales que desconocen y aferrándose a fusiles para disparar al enemigo salido de la nada, pero al igual que ellos, campesinos. Campesinos a quienes pusieron a pelear porque sí. Los dos bandos, guerrilleros y soldados no tienen excusas. Deben matar, porque fueron entrenados para eso. Para matar al enemigo, así el enemigo sea de la misma tierra, del mismo país.
¿Que por qué atacan, acaban con oleoductos, ponen minas, siembran terror? Después de tantos años, no lo sé. Desde cuando me conozco hay guerra. Primero, fueron liberales contra conservadores o conservadores contra liberales y nunca supe por qué.
Después, empezaron las guerrillas y los guerrilleros. Hasta el sol de hoy ya tampoco me entero cuál es el problema. Lo único que sé es que el señor presidente está empecinado en firmar la paz. Firmar la paz significa que Colombia vivirá en paz. Pero…
Pero es que la paz no se firma. La paz se vive. En un país como el nuestro donde cada día hay muertos porque sí, gracias a la intolerancia, atracos, robos, odios, envidias, no habrá paz.
Es difícil, casi imposible, porque hay quienes prefieren disparar, matar, asesinar y resuelto el problema. Así se solucionan muchas contrariedades en mi querida tierra.
Y a alguien se le ocurre organizar un partido por la paz el 9 de abril. Un partido para animar a todos a pensar en la paz. Invitan a un señor diego Armando Maradona, ejemplo de vicio, problemas, mentiras y quien hizo un gol al que todos bautizaron “la mano de Dios” en una clara muestra de engaño, mentira, corrupción. Eso no importó. Era Maradona.
Así y todo, estuvo en Bogotá, “jugó”, aporreó aficionados, manoteó a un camarógrafo y se mostró como es. Dieguito nunca cambiará. El mismo gamón. Para un partido por la paz deben invitarse personas que den ejemplo de vida a niños y jóvenes, no malandros como Maradona. Nuestros deportistas y ex deportistas son mucho mejores y dan un mejor ejemplo. ¿Por qué no fueron las estrellas del partido por la paz?