Don Jorge es un humilde campesino que tiene su finca a la orilla de la carretera que comunica a Puerto Rico con Mapiripán, a más de dos horas de distancia de la vía pavimentada y a unas cinco horas del casco urbano de este municipio.
Allí, en medio de la enfermedad que lo aqueja y le impide trabajar, ayuda a su esposa en la atención de los pocos clientes que llegan a su tienda, esperando escuchar en cada uno de ellos las buenas noticias que tienen que ver con lo que siempre ha estado esperando desde hace más de doce años: la titulación de sus tierras.
Sin embargo las noticias nunca llegan y al igual que con el coronel de Gabo, los clientes llegan y se van y las noticias no llegan, porque lastimosamente hay un alcalde que poco permanece en su pueblo, que tenía oficina en Villavicencio desde donde despachaba y atendía a quienes lo necesitaban, pero que ahora ni siquiera eso hay, porque de un tiempo para acá decidió cerrarla y quizás llevarla a un sitio donde nadie lo encuentre por las supuestas amenazas en contra de su vida.
Así como don Jorge, el 90% de los pobladores de Mapiripán están a la espera de una titulación que nunca llega y que esperaban que el actual alcalde, un hombre de extracción humilde que se crió en las polvorientas calles de Mapiripán les ayudara a conseguir esos títulos, pero nada, lo único que ha logrado este alcalde es mantener el deshonroso lugar 29 entre 29 municipios que tiene el departamento del Meta y el puesto mil a nivel nacional.
Atado a esta vergonzosa actitud, viene actuando el INCODER y la oficina de restitución de tierras, mientras que por el otro lado se encuentra Pacific Rubiales queriendo entrar a explorar esas tierras bajo las cuales se encuentran buena parte del futuro económico de este país.
Existe la premisa en los campesinos que “SIN TÍTULOS NO HABRÁ PETROLEO” pero quizás solo se quede en eso porque los intereses de la nación y de los poderosos están por encima de un grupo de campesinos mal olientes y olvidados, así esos campesinos hayan pasado por una de las más tenebrosas masacres que el planeta haya vivido y aun no olvida; La masacre de Mapiripán.
